Martín Prieto

Géneros de violencia

Buscando señas de identidad Pedro Sánchez propone funerales de Estado para las mujeres asesinadas por varones, iniciativa que atufa a ZP y que por escribirlo en román paladino es una egregia chorrada. Tras la «Tormenta del desierto» la US Army autorizó que hubiera mujeres en primera línea, aunque las reglas de enfrentamiento en emboscadas o choques inesperados exigen la retirada a posiciones de fuego dominante postergando la recuperación de bajas. Pero no se evita que soldados socorran a sus compañeras caídas rompiendo un pelotón y poniéndolo en peligro. Como si el ADN masculino incluyera la protección de la mujer por encima de la violencia machista, grave problema de educación y no de género. Las estadísticas se pudren cuando se impregnan de pseudoideologías y no nos permiten advertir que nuestros índices mortuorios por causas no naturales son, por este orden, el suicidio, los accidentes laborales, el tráfico y la mal llamada violencia de género. Los medios ni atendemos a los dos primeros renglones ni hay campañas institucionales que los prevengan. El poeta metafísico inglés John Donne escribió: «No preguntes por quién doblan las campanas. Están doblando por ti», y es que todos los muertos nos atañen. Pese a la sumisión a que ha sido sometida la mujer, fabrica la vida, es menos prescindible que el hombre y desde la Antigüedad la vagina recibió el nombre de vaso sagrado. La periclitada costumbre del crimen pasional se resuelve en la escuela enseñando que el maltrato a la mujer es cobarde y antimasculino y en la familia, donde tantas madres hacedoras de machistas reprochan a los varoncitos llorar o mentir como niñas. Se ha perdido un magisterio de costumbres de dejar el paso, un asiento, levantarse, destocarse o cargar peso junto a una fémina porque éstas lo toman como tachón de inferioridad, y la igualdad de los sexos se ha llevado hasta el cerebro unisex arrasando con la anatomía y la fisiología. Sólo faltaban funerales de Estado de género.