José María Marco
Generosidad y patriotismo
En una entrevista reciente, de las pocas que dio a lo largo de su vida, José Manuel Lara declaró que no encontraba en los políticos actuales de nuestro país la misma entidad, por no decir calidad, que en los de los tiempos de la Transición. La observación, que compartirían muchos de sus compatriotas, contrasta con la realidad de las empresas del propio Lara. Algunas de ellas han padecido con la crisis, como es natural, pero también lo es que han sabido superarla y en algunos casos, como en el grupo A3Media o el Banco Sabadell, han logrado encontrar la manera de seguir creciendo y generando prosperidad y empleo.
Desde esta perspectiva, la vida y la obra empresarial de José Manuel Lara es la demostración inapelable de las oportunidades que abre nuestro país, más allá de cualquier circunstancia política. La obra y la vida de Lara se confunden con la vida española. No porque apuren el significado de su país, claro está, sino porque ponen de relieve todo lo que la sociedad española ofrece como oportunidad a quien la reconoce, la quiere y está dispuesto a estar a la altura del reto que le plantea.
José Manuel Lara recibió en los 90 lo que ya por entonces era una de las grandes editoriales españolas. Estaba claro que el campo cultural era aquel que más oportunidades abría a una empresa como aquella. Había que comprender, sin embargo, todo lo que la palabra «cultura» quiere decir en nuestro país. Destaca, en este sentido, la forma en la que Lara se empeñó en profundizar el significado del término. Desde la defensa, la conservación y la difusión de la cultura andaluza hasta la continuidad y la proyección de la cultura catalana, todo asumido como un deber personal y al mismo tiempo como una fuente de posibilidades. El conjunto, en el que juega un papel primordial la presencia del Grupo Planeta en Madrid, se confunde con la dimensión nacional española. Y en ésta la cultura y la creación de prosperidad van de la mano.
Como es lógico, España le ofreció a José Manuel Lara la oportunidad de proyectar esta ambición más allá de nuestras fronteras. Y Lara, fiel a una realidad que conocía como pocos, no la iba a desaprovechar. La cultura y la vida española volvió a encontrar así la ambición que le es propia y sin la cual no sabe vivir de verdad, como un proyecto europeo, claro está y, más allá, americano y mundial, global. Ésa es la auténtica dimensión de lo español, que Lara asumió como propia.
Lo español, tal como Lara lo entendió, tiene otra dimensión, que complementa y explica la vocación global. Es su diversidad, que Lara comprendió desde el principio como pocos la han entendido. La diversidad es, claro está, cultural y lingüística, pero también es vital o, si se prefiere, ideológica y política. Así como hay diversas maneras de ser español, también hay muchas maneras de ver la realidad española, desde la periferia nacionalista a la visión nacional, y desde una visión prudente y liberal a otra más voluntarista y estatal. El grupo A3Media, creación de José Manuel Lara, se nutría así del esfuerzo y de los proyectos de cada una de las empresas que lo constituían, desde LA RAZÓN hasta Antena 3, Onda Cero y La Sexta.
Lara respetaba las empresas de las que participaba, como respetaba a las personas con las que trabajaba. Sabía que cada una tiene su propia vocación, que le lleva a hacer las cosas a su manera. Lo que él pedía era lealtad al conjunto, a lo que era común a todas, y trabajo, mucho trabajo, como el que él mismo siempre fue capaz de realizar.
Esa actitud es la que le llevó a comprender que la diversificación era la clave de un proyecto como el suyo. De ahí que desde muy pronto se interesara por líneas de negocio muy alejadas de la suya, como la banca o las líneas aéreas. De ahí también que hubiera dejado atrás líneas de negocio agotadas por otras nuevas que, por otro lado, se acoplaban muy bien a la ambición española que era la suya, como es la educación a distancia.
La enfermedad no le impidió seguir trabajando hasta el final porque siempre supo discernir y querer lo que es de verdad valioso. El dinero era la demostración del éxito y aquello en lo que todo se sustenta, pero no era el único objetivo, ni el más importante. Lo más importante era el proyecto al que había asociado a decenas de miles de personas, que prestaba servicios a muchos miles más, y del que ha sido, hasta el sábado mismo, el alma. Un alma profundamente española, de un patriotismo esencial, demostrado en obras y en una generosidad sin límites.
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