Alfonso Ussía
Genocidio
En la Guerra Civil murieron muchas más personas en las retaguardias que en los frentes. Se calcula que fueron un millón los españoles que perdieron la vida. En la Segunda Guerra Mundial, lo mismo. Ahí la diferencia es estremecedora. Entre Stalin y Hitler se llevaron por delante en los campos de concentración a más de diez millones de seres humanos. En España, asistimos en la actualidad a un tipo de genocidio legalizado cuyos datos abruman. Era dificil, casi imposible, pero se dieron decenas de casos.Hubo prisioneros que lograron huir de los campos de concentración y de exterminio. Las víctimas de hoy no tienen ni esa remota posibilidad de supervivencia. Los asesinan en el seno de sus madres. Les niegan tajantemente la vida, y las cifras resultan patéticas. Nuestra sociedad, tan avanzada, se ha convertido en una sociedad criminal, donde el ser humano más indefenso, el niño por nacer, carece del más mínimo derecho para ver la luz. Las clínicas abortivas se dedican con entusiasmo al gran negocio del crimen organizado. Entre 1985 y 2011 han sido sacrificados en el vientre de sus madres 1.692.991 seres humanos. Sí, seres humanos a pesar de la científica valoración de la doctora Bibiana Aído, que estableció en quince semanas el tiempo que necesita el feto para convertirse en un humano. La nueva Ley del Aborto mitiga un poco, sólo un poco, la salvajada del genocidio. Y ese poco se antoja intolerable a los partidarios del aborto, que es crimen sin colores, pero mucho más frecuente en los sectores de la izquierda. ¿Para qué pagamos impuestos? Entre otros objetivos para que 847 millones de euros se destinen a pagar abortos en España. Entre el año 1998 y el 2008, un decenio, el número abortos creció un 115% en nuestra nación. Hemos alcanzado tal nivel de permisividad con el crimen, que se consideran «zonas socialmente avanzadas» las que cuentan con un mayor número de clínicas abortivas, de patíbulos y trituradoras de niños asesinados. Con independencia de la repugnancia del crimen, las repercusiones demográficas son asimismo abrumadoras. España es una nación de viejos, como el que escribe. La población juvenil de 0 a 14 años ha disminuido en más de 1.600.000 niños. Llegan a dos mil los niños que han sido ejecutados en el campo de exterminio de sus madres con más de veintiuna semanas de gestación. Es decir, niños que oyen, que sienten, que sonríen, que están perfectamente formados y que esperan en la tibieza milagrosa de su madre la llegada de la vida, no la cirugía de la muerte. Las autonomías «mas avanzadas socialmente» en la permisividad del crimen son Cataluña, con 57 centros abortivos, la Comunidad Valenciana con 23 y Andalucía con 17. Castilla-León con 3, Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha y Extremadura con 2, La Rioja con uno y Navarra con ninguno, forman la relación de las autonomías menos avanzadas, más carcas y menos asesinas. Madrid cuenta con nueve clínicas especializadas en el crimen de los inocentes, cifra muy inferior a las 57 de Cataluña, de las cuales más de la mitad se ubican en Barcelona.
A este paso, en un futuro próximo, se van a quedar sin relevo independentista.
Además de un crimen, el aborto es un gran negocio. Noventa clínicas de exterminio privadas contra ochenta y dos públicas. No obstante, las mujeres abortistas, con mayoría en las consideradas izquierdas, prefieren en este caso matar a sus hijos por lo privado que por lo público, con un porcentaje que alcanza el 90 por ciento.
No he mencionado a la Iglesia para no caer en la trampa. Se trata de un genocidio legalizado por la sociedad. Repasen las cifras y recapaciten.
✕
Accede a tu cuenta para comentar