Irene Villa

Gente comprometida

La Razón
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En plena campaña contra el hambre, Manos Unidas ha organizado una serie de actos en Zaragoza y en otros lugares para que nos concienciemos profundamente de lo que supone el hambre en todo el planeta. Resulta que hay alimentos para todos pero no todos pueden comer. A esta paradoja de la abundancia contribuimos todos sin querer tirando directamente comida a la basura. Las tres principales premisas de la campaña contra el hambre son: evitar por supuesto el desperdicio de los alimentos, prescindir de la especulación e impulsar una agricultura sostenible. Y es que el hambre representa el mayor riesgo para la salud en el mundo. De hecho, mata a más personas cada año que el sida, la malaria y la tuberculosis juntos. Los datos del informe de 2017 «Plántale cara al hambre: COSECHA» son escalofriantes: una de cada nueve personas en todo el planeta no dispone de alimentos suficientes para poder tener una vida sana. La mayoría de estas personas se encuentran en Asia, aunque es en África Subsahariana donde el porcentaje de hambrientos es mayor: una de cada cuatro personas está desnutrida. Dicho informe apunta tres principales causas: «un sistema de producción que privilegia el beneficio económico sobre las personas y su derecho a la alimentación, el problema de la sostenibilidad en la producción de alimentos y la pérdida y desperdicio de alimentos. Esto está ligado a unos estilos de vida y consumo individualistas, centrados en el consumo». Luego lo que hay que sembrar son recursos, capacidades, solidaridad, responsabilidad y cooperación con los Estados. Y hay que cosechar para el consumo, no para la especulación, por ello hay que hacer especial hincapié en una producción sostenible, que «minimice las pérdidas de alimentos especialmente en los países en desarrollo, sobre todo en la cosecha, el almacenamiento y el transporte; y controle desperdicio de alimentos, especialmente en los países desarrollados mejorando la distribución y las pautas de consumo». Compremos solo lo que vayamos a consumir. El lema de la campaña es claro: El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida.