Iñaki Zaragüeta

Golpe bajo contra Sánchez

Pedro Sánchez, candidato a la Secretaría general del PSOE, desacertó si no pensó a quién se enfrentaba. Nada más y nada menos que a un estrecho colaborador de Alfredo Pérez Rubalcaba, quien dejó claras sus artes y capacidades para la maniobra política durante años dedicado a la política desde las más altas competencias. Aquél que tan minuciosamente operó en las 48 horas siguientes al 11-M, el mismo que ha dirigido algún otro movimiento para no vanagloriarse.

A lo que iba. Eduardo Madina, el contrincante de Sánchez en la carrera socialista, a juzgar por los hechos, ha resultado alumno destacado. De casta le viene al galgo, como dicen en mi pueblo. Así se detecta, según interpretación unánime, en la aparición de la noticia de que Pedro Sánchez perteneció a la Asamblea General de Cajamadrid cuando se aprobó la emisión de las preferentes, esos papeles que arruinaron a multitud de españoles. Como digo, todos los analistas responsabilizan de la «maldad» al aparato de Madina, a quien por cierto apoya su maestro Pérez Rubalcaba. Como ya pregonaba Aristóteles «pobre discípulo el que no deja atrás a su maestro».

Un golpe bajo contra quien, por más que estuviera obligado a conocer cualquier asunto que apoyara, no tenía responsabilidad en la decisión. Ni él ni cualquier otro miembro de la Asamblea General de la entidad financiera, cuyos dirigentes campaban a sus anchas. En la madrileña, y en todas las de España, como se ha demostrado cuando se desvelaron obligatoriamente sus balances.

En definitiva, hará bien Pedro Sánchez si vigila por proa, popa, babor y estribor en su recorrido, para no verse «estropiciado» por cualquiera de los cuatro lados, o por los cuatro. Al menos, hasta que gane, si gana. Incluso después. Así es la vida.