Toni Bolaño
Gran Hermano
Georges Orwell escribió en sus «Notas sobre el nacionalismo» (1945) que «todo nacionalista se obsesiona con alterar el pasado». Después de escuchar el discurso de Artur Mas en el debate de política general añado que «se obsesiona con alterar el presente» e idea como «alterar el futuro».
«Alterando el pasado». Mezclando mentiras con medias verdades para hacerlas creíbles, Mas llega a su primera conclusión: «Cataluña quiere a España pero ya no confía en el Estado». Lo que no ha dicho el presidente catalán es que empezó a desconfiar del Estado cuando el entonces presidente Zapatero no pudo cumplir su promesa de hacerlo presidente de la Generalitat en 2006. A partir de ahí, el nacionalismo catalán –con complicidades directas en la izquierda catalana y la cerrazón del Constitucional– forzó la máquina hasta romper las costuras del tripartito. Quizás por eso, el presidente de la Generalitat ha repartido las culpas de todos los males a Madrid y al Gobierno de José Montilla.
«Alterando el presente». Henchido de ardor patriótico, Artur Mas esbozó su éxito. En todos los ámbitos. Económico, educativo, universidades, investigación y desarrollo, formación profesional y cultura, dibujando una Cataluña que por sí sola está por encima de la crisis. Los éxitos son innumerables, sobre todo, en el exterior. Resumiendo, han aumentado las inversiones y las exportaciones porque ha «caído el mercado español». Cierto. El mercado interior ha caído en picado y ha obligado a las empresas a buscarse la vida y vender en el exterior. Lo han hecho para poder trabajar aunque sea a costa de los márgenes de beneficios. Si todo va viento en popa, ¿por qué no crece el empleo?
«Alterando el futuro». Buscando el máximo apoyo parlamentario –haciendo genuflexiones a ERC– no ha puesto en cuestión su hoja de ruta a favor del derecho a decidir. Con acuerdo o «sin conflicto jurídico». Pregunta y fecha antes de fin de año. Sin acuerdo, amenaza con convocatoria de elecciones en 2016 o, antes, amaga. Por si quedaban dudas, Mas ha cerrado toda posibilidad a la tercera vía de Duran y ha dado portazo a cualquier negociación.
Haciendo bueno a Orwell en «1984», Mas se mimetizó con el Gran Hermano. Esbozó los planes de su Cataluña independiente inventando un futuro idílico. No dudó, como «la policía del pensamiento», en hacer suyo lo que no le pertenece. Se apropió, sin tapujos, de inversiones y gestión de puerto y aeropuerto. La ministra Pastor no debe de salir de su asombro. Mas ha descubierto la «neolengua».
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