Lucas Haurie

Granizo en el monocultivo

Si la economía andaluza depende del monocultivo del turismo, un tránsito por el aeropuerto de la Costa del Sol, el de más tráfico de la comunidad, equivale al más destructivo de los pedriscos. Los millones, y no es una exageración, de visitantes que toman o rinden vuelo en el Pablo Picasso lo hacen en una instalación tercermundista... si no ofende la comparación a los países en vías de desarrollo que han invertido su poco dinero en unas infraestructuras de primer orden. Detalles como la carencia de «fingers» dobles para ocupar y evacuar los aviones de mayor capacidad serían denunciables si el viajero no hubiese sido antes sometido a la pintoresca experiencia de soportar sin aire acondicionado la ola de calor más agresiva del verano en la región más tórrida de Europa, si para adquirir una botella de agua no hubiera tenido que aguardar veinte minutos o si para aliviar la vejiga no hubiese que gozar del espectáculo multisensorial que ofrecen unos inodoros rebosantes de excremento. Decididamente, al guiri cuyo primer contacto con España es a través de semejante antro resultará imposible persuadirlo de que el agua que sale de nuestros grifos es potable o de que se puede circular por nuestras carreteras secundarias sin temer a los salteadores de caminos. Los destinos turísticos pelean en competencia feroz y basta una mala experiencia aeroportuaria para que los visitantes se vayan con sus libras esterlinas a otros rumbos. La alternativa a unos servicios decentes es el desarrollo industrial que nunca alcanzaremos, así que...