Cristina López Schlichting

Hacer el amor a Podemos

La Razón
La RazónLa Razón

«Hasta la peor de las medidas del pacto con Ciudadanos es mejor que mantener a Rajoy en el poder». Con esa hipótesis anti PP, a Pedro Sánchez no le quedaba sino Podemos. Nada de gran coalición, nada de modelo alemán, España siempre en el extremismo. Eso sí, repitiendo mucho la palabra diálogo. Los dos días han sido un continuo ofrecerse, ponerse a tiro, entregarse a Pablo Iglesias. «La semana que viene es posible»: que si con nosotros se afrontará la emergencia social, se multiplicará el gasto público, se prohibirán el fracking y las nucleares, se quitarán la Lomce y la Ley Mordaza... ¡vente conmigo, Pablo, y la semana que viene todo esto será tuyo! La respuesta de Iglesias ha sido una mano de bofetadas. Y ha tenido para todos: que si el PP lo fundaron ministros franquistas, que si Felipe González practicó la cal viva, que si Rivera es una aparatchik totalitario. Las referencias del nuevo líder de ultraizquierda nos llevaron a la guerra fría, a los buenos y malos, a Salvador Antich, ese anarquista partidario de la violencia que fue ejecutado en el garrote vil tras un tiroteo en el que mató a un policía. ¿De veras son esas las referencias de la moderna España? Por otra parte, y me sorprendió su crueldad, Sánchez estuvo francamente despectivo con su socio. Se hartó de tildarle –en mal plan– de «derechas» y aunque luego lo llamó «valiente», en todo momento dejó claro que menosprecia su postura política. Por eso, la ruptura de Rivera con Rajoy, al señalar que no hay futuro con el presidente, sorprende bastante ¿No hay futuro con Rajoy y sí lo hay con Sánchez? Son cosas raras. En fin, como explicó Rajoy, no ha pasado nada. Ni el «pactito» entre PSOE y C’s es el de los Toros de Guisando ni el rigodón de un mes nos ha llevado a otra cosa que a que Sánchez se salve de la quema dentro de su partido. El mejor Mariano Rajoy abatió al socialista con la sorna y la retranca gallegas y nos proporcionó un rato francamente divertido. «Estaba usted –le acusó– entre los que aplaudían la política que nos arruinó», «su único argumento es que otro no gobierne». Es todo verdad y, sin embargo, qué solo está Mariano Rajoy. Todo el Parlamento contra él, con Rivera a la cabeza. No imagino acuerdo alguno antes de mayo y, o mucho me equivoco, o habrá elecciones, pero el panorama no puede estar peor. Ciudadanos ha perdido todo su voto conservador y, sin embargo, eso no va a producir una victoria de Rajoy. ¿Volveremos de verdad al mismo resultado? ¿Se repartirán PSOE y Ciudadanos este nuevo centro magro? ¿Se polarizará la política entre PP y Podemos? ¿De veras se va a consolidar en el poder un señor que grita en la tribuna como Stalin, se besa con los parlamentarios, promete –a estas alturas– el cielo en la tierra?