César Vidal
Hacer el tonto trae consecuencias
No desearía ofender a nadie, pero sostener que Putin pretende reconstruir la URSS simplemente porque reacciona contra la ubicación de misiles en sus fronteras es una pavada semejante a la de afirmar que si España defiende Ceuta y Melilla es porque tiene la intención de resucitar su imperio colonial en Marruecos con Franco y la legión. Las razones para formular semejante disparate varían. Algunos no se han enterado, por lo visto, de que la URSS desapareció y fue troceada. Otros, en lugar de ignorancia, sólo sufren de pereza intelectual y no están dispuestos a aprender que el mundo ha cambiado mucho, siquiera porque el esquema de la Guerra Fría es muy socorrido para holgazanes intelectuales. Finalmente, no faltan lo que simplemente sueñan con convencer al Congreso y al Senado de la nación más poderosa del mundo para que gaste todavía más en armamento innecesario con el pretexto de que Rusia es un peligro semejante a la URSS de antaño. La realidad es que las promesas de Bush padre a Gorbachov en el sentido de mantener Europa central y oriental desmilitarizada se han incumplido y que los europeos estamos pagando el pato de los que no han querido mantener su palabra. Apoyando a una casta corrupta como son los nacionalistas ucranianos, cantores de la División SS Galitzen, de momento, hemos logrado un vapalo fenomenal para nuestra industria agropecuaria en momentos de crisis, pero, sobre todo, hemos conseguido lo que desde la época de Nixon parecía imposible: el acercamiento de China a Rusia. Esta semana tan sólo, las dos naciones –bastante cansadas de la necedad de algunos geoestrategas– han firmado la fruslería de diecisiete acuerdos. La mayoría son secretos, pero uno hecho público nos permite saber que Rusia exportará, al año, treinta y ocho mil millones de metros cúbicos de gas a China durante las tres próximas décadas. Pues nada, síganse negando a comprender la Historia rusa y a recordar que, en el pasado, sin el sacrificio de esa nación, ni Napoleón ni Hitler hubieran sido derrotados. Ciérrense los ojos a la realidad de que sin Rusia nunca se controlará el terrorismo islámico. Continúese haciendo el juego a los traficantes de muerte como si el Muro de Berlín estuviera en pie. Prosígase en la tarea destructiva de dañar nuestros intereses nacionales. Ayúdese a China y a Rusia a acercarse más. Pontifíquese sobre una nación de la que se ignora hasta el idioma. ¡Venga! Pero que nadie se olvide de que hacer el tonto trae consecuencias.
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