Cristina López Schlichting

Heidi

Adelheid, Adelaida en español, era el nombre completo de la famosa Heidi, una huerfanita que protagonizaba la famosa novela de Johanna Spyri que se popularizó en España gracias a una serie de dibujos japonesa. Parece que el nombre imprime carácter, porque Heidi se apiadaba de Clara Sessemann, una inválida de Fráncfort, y Adelaida de la Calle ha decidido apiadarse de los estudiantes a los que el «malvado» ministro Wert priva de una carrera universitaria. La rectora magnífica se ha situado en modo tercermundista para reclamar a la gente que financie los estudios de los que no alcancen las notas mínimas para las becas. Conmovedor. Tengo serias dudas de que los universitarios que no destacan tengan que ser becados, pero incluso para un sistema de mecenazgo la propuesta de la rectora magnífica resulta trasnochada. En Alemania, por ejemplo, existen muchas instancias que pagan los estudios de los universitarios, desde el ejército hasta las asociaciones de antiguos alumnos. Los mecanismos sociales son sencillos y útiles. Si recibes dinero de la Bundeswehr, sirves después unos años como médico o abogado militar –por ejemplo– para devolver el préstamo y hacer prácticas. Y si has recibido ayuda de los colegios estudiantiles, la compensas becando a nuevos universitarios. La carrera de una persona es un bien para todos y por eso la sociedad favorece el que los mejores estudien. La izquierda tiene a veces una gran dificultad para entender el concepto de sociedad civil. Más allá del Estado, concebido como una megaadministración elefantiásica, parece no imaginar otro recurso público que la limosna, que es lo que doña Adelaida propone para sostener a los estudiantes sin recursos. Propongo enviar a esta Heidi moderna a Fráncfort, no para que cuide a Clarita, sino para que se entere de que existen muchas soluciones intermedias que no pasan por esquilmar el bolsillo del sufrido contribuyente ni por engordar innecesariamente la burocracia.