Julián Redondo
Héroes varios
El amor de madre trasciende los sentimientos y la de Casillas situó al Oporto a la altura de un Segunda B. Flaco favor hizo al vástago. El amor de padre precipitó a don Freddy, progenitor de Keylor Navas, a reverdecer un complejo tan absurdo como insostenible al afirmar que «los colonizadores (españoles) no aceptan a un centroamericano». En la alineación del Real Madrid frente al Betis, Sergio Ramos era el único «colonizador» en el once inicial; el resto, un costarricense –su chico–, dos brasileños, dos franceses, un colombiano, un galés, un croata, un portugués y un alemán. A papá le afectó la rocambolesca situación y explotó. Después de la tormenta, el club, con el presidente y el director general corporativo a la cabeza, pidió disculpas al guardameta, feliz porque juega donde quiere. No es el caso de David de Gea, a quien la frustración le ha desolado y el retorno a la realidad, superado el cuento, le devuelve a los brazos del ogro Van Gaal, de quien no descarta nuevas presiones para renovar con el Manchester a cambio de la titularidad (la Eurocopa está en juego). O la firma o la grada. De Gea ha sido víctima de una escabechina de efectos mentales tan devastadores como físicos los que ha producido la undécima etapa de la Vuelta. Que tiene su miga. Ganó Mikel Landa, que se pasó por el forro las órdenes del director Martinelli cuando le mandó esperar a Fabio Aru. Razones: en el Giro sacrificó victorias por ayudar al italiano y la próxima temporada correrá en el Sky. Detrás del ciclista alavés, el liderazgo de Aru y la aniquilación ocasionada por un recorrido corto, montañoso y matador. Perdió tiempo Purito, el diseñador; más aún, Valverde; todavía más, Nairo Quintana, y Froome, con la rodilla ensangrentada, cedió más de ocho minutos; pero cruzó la meta. Héroes varios.
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