María José Navarro

«High Class»

La Razón
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Mi madre se atragantó el otro día durante un ratillo y estuvo a punto de morir ahogada. Pero vamos, que tampoco es noticia porque esto le ha podido pasar lo menos veinte o veinticinco veces desde que yo la conozco.

El problema radica en que es capaz de hacer muchas cosas a la vez, sobre todo comer y hablar. Hay gente que no suelta palabra mientras mastica, pero no es el caso de mi madre. Ella te puede poner la cabeza como un bombo sin ningún problema y comer al mismo tiempo. O mejor dicho, hablar por los codos y tragar sin masticar.

Lo fundamental es sin masticar, porque si masticas no puedes hablar y ella no es mujer de eso. Se atragantó con un torrezno, amigos, y echamos un rato muy agradable en el bar. Podría haber sido con una cucharadita de caviar o que el sorbito de la Viuda de Clicquot le hubiera entrado por las vías respiratorias, pero mi madre es más de que se le vayan las cosas por el otro lado y además de un plato de cortezas y torreznos se estaba tomando una San Miguel.

Que yo veo las fotos de la fiesta de cumpleaños de Vargas Llosa y pienso: ahí entra mi madre y la Preysler hiperventila y le tienen que meter rapé por la nariz como a los aviones queroseno. Una vez, cuando el Rey Felipe estaba soltero y acababa de cortar con Eva Sannum, coincidí con él en un corrillo y estuve charlando un rato. Por un momento pensé: Dios mío, y si se enamora y me pide pasear por los jardines del Pardo y nos casamos y tenemos niñas rubias.

Ninguna de esas cosas podía ocurrir y me alegré a la postre. El Estado y la Monarquía se hubieran tambaleado. Entra servidora con su familia a la Almudena y en vez de la marcha nupcial me acaban tocando la música de «Los Santos Inocentes».