Cristina López Schlichting

Historia de los Reyes

«Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?». Así comienza el relato del evangelista Mateo sobre los Reyes Magos. Muchos exegetas se inclinan por la historicidad del texto, entre ellos Benedicto XVI en su libro «La Infancia de Jesús». «Mago» era un término común para referirse al que escruta el porvenir y las estrellas. Que existían astrónomos en la época –por ejemplo, en Babilonia– es cosa probada por las tablas de terracota con cálculos astronómicos que se conservan. Sabemos incluso qué pudieron ver estos «sabios» en el cielo, porque los anales chinos consignan desde hace milenios la evolución de los astros y Johannes Kepler, astrónomo del siglo XVII, apuntó a una «supernova» (la luminosa explosión de una estrella) que se vio en la bóveda celeste en fechas del nacimiento real de Cristo (seis o siete años de la fecha «oficial» actual) y que coincidió con una llamativa conjunción de Júpiter y Saturno. ¿Por qué relacionaron los magos lo que pasaba en el firmamento con el nacimiento de un rey en Judea? Tal vez porque Júpiter simbolizaba al «rey de dioses» y porque circulaban profecías gloriosas para los judíos, como la del profeta Balaán: «Avanza una estrella de Jacob y surge un cetro de Israel» (Números, 24, 17). Por cierto, el planeta Saturno es el representante cósmico de Israel. Esta doble condición de «rey» y «dios» del niño que encontraron en Belén (la ciudad en la que los profetas anunciaron que nacería el salvador) quedó patente en los regalos de los magos: oro para el monarca, incienso para la divinidad. La tradición inventó después cosas que no figuran en los evangelios, como los camellos, la condición de «reyes» de los magos, sus edades (juventud, madurez y vejez) o sus razas (asiática, blanca y negra). Se quería simbolizar con ellas la universalidad del nacimiento de Jesús, el hecho de que la salvación era para la humanidad entera. Algunas de estas cosas provienen directamente de los episodios del Antiguo Testamento que anunciaban el nacimiento del Mesías: «Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso» (Isaías 60, 6). Más allá de los detalles, en esta fiesta sigue conmoviendo la definición que el Papa alemán da de aquellos misteriosos protagonistas de esta noche, que escrutaron el cielo en busca de una respuesta: «Hombres que siguen a Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande y preceden a los buscadores de la verdad de todos los tiempos».