El desafío independentista

Inés

La Razón
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La demoscopia ha colocado a Inés en lo más alto de la convulsa campaña catalana. Es la más votada o casi y proyecta una nitidez desesperante para la banda del «procès» y una inquietud notable entre los presuntos compañeros de viaje constitucionalista. En los comportamientos párvulos de nuestras rutinas democráticas se ha convertido en la «enemiga» de todos. En el sector independentista después de lo de los muertos en la calle, la responsabilidad del CNI en los atentados, que nos ilegalizan y otras sandeces han terminado por llegar a la esencia. Joan Tardá lo dejaba escrito: «ERC el voto útil para derrotar a Ciudadanos». A los dos primeros de la carrera les interesa hacerse con la hegemonía en sus bloques porque es lo que nos ha llevado hasta el 21D. Los únicos que tratan de escabullirse del frente son Iceta y Domenech, no alineado y en permanente equilibrio, por si acaso suma la izquierda que no lo dice ningún barómetro. En el esquema independentista de búsqueda permanente de culpables y enemigos es de manual que señalen a Inés Arrimadas. Más complejo es para los «presuntos socios» que saben que no pueden negar su apoyo pero que un triunfo de Ciudadanos con Gobierno, el primero, en el escenario de la máxima incandescencia sería otra categoría. El bipartidismo sigue teniendo sus mecanismos de actuación y siempre verán mejor un Presidente de «los nuestros» que la llegada de «los otros». Al PP un presidente del PSC le vendría estupendamente. Mejor si desde el primer día se arranca por la quita, la Hacienda Propia y gobierna por acción u omisión de ERC. Eso dota de discurso a la contra que es como se articulan las campañas en nuestra democracia. Eso es dinamita para ir contra Pedro Sánchez que después del 155 ha decidido volver a marcar distancias. Para las generales, cuando lleguen, el PP tendrá que fijar en el PSOE su estrategia porque ya no podrá agitar el espantajo de Podemos, debilitado por el asunto catalán pero sobre todo por la carcoma interior. Por eso una victoria de Inés Arrimadas supone desbaratar los caminos por los que han discurrido todos estos años. Sería una explosión de Ciudadanos con efectos importantes en el electorado de centro-derecha en toda España. Decía hace un par de días Inés Arrimadas que notaba a populares y socialistas «nerviosos». Todos están nerviosos porque todo puede volar por los aires, incluida la propia condición de Ciudadanos como partido nacional con opciones si la expectativa no se cumple. Doble o nada.