Pilar Ferrer
Infamia
L a lapidaria frase de Pasqual Maragall ha vuelto a ensombrecer la campaña electoral catalana: «Su problema, señor Mas, es el tres por ciento». Aquella acusación levantó ampollas en Convergencia y, desde entonces, el fantasma de la corrupción acecha al partido que fundó Jordi Pujol. Los escándalos del Palau de la Música y las concesiones ilegales de ITV salpican fuertemente a CDC. Pero el termómetro ha subido al máximo con un supuesto borrador policial que detecta desvío de fondos a cuentas suizas a nombre de la familia Pujol y del padre de Artur Mas. Es el órdago final que pone en pie de guerra a los implicados.
En este turbio asunto subyacen luces y sombras. Artur Mas y sus fieles niegan tajantemente las graves acusaciones, que convierten de inmediato en un ataque al pueblo de Cataluña, y amenazan con los tribunales. Están en todo su derecho a defenderse, pero tal como han pedido todos los candidatos de la oposición, son urgentes explicaciones claras. Al margen de si el informe es o no verídico, y de la investigación ordenada por el ministro del Interior, Jorge Fernández, sobre la filtración, la sombra de la corrupción es ya muy intensa en CDC. Una especie de tabú ha intentado tapar desde hace años, pero los asuntos se acumulan y los convergentes tienen, incluso, su sede como aval ante el juez instructor del caso Palau.
Este lodazal que irrumpe en la recta final de la campaña quiebra de cuajo el discurso secesionista de Artur Mas. Y aumenta el desprestigio de una clase política bien alejada del sentir ciudadano. Ante las voces de infamia hay que dar la cara y rebatir los hechos. De lo contrario, «Mas será menos para Cataluña». Lo ha dicho muy bien el dirigente del PP, Carlos Floriano. Menos y bajo sospecha.
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