Iñaki Zaragüeta
Injustos con Rita
Algunos políticos, demasiados, han hecho méritos para que la sociedad los exponga como uno de los problemas más graves de España. Ellos han provocado que los decentes sean también maltratados y sujetos a un exhibicionismo mediático exagerado y, en algunas ocasiones, demasiadas también, injusto.
Es el caso de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que se ve hoy despedazada sin causa justificada por un comportamiento que lo hubiéramos protagonizado la práctica totalidad de los ciudadanos, cargos públicos o no. Eso sucede después de toda una vida adornada por la honradez y la eficacia, que le ha otorgado la confianza mayoritaria de los valencianos desde 1991 en el examen electoral cada cuatro años, cuando el PP estaba encontrándose a sí mismo.
Atribuir a Rita la participación en el diseño del entramado montado por Urdangarín y Torres porque se reuniera o no en La Zarzuela, me parece una imputación desmesurada y ajena a la racionalidad. No sé si la reunión de los tres y Francisco Camps se celebró en Palacio. Me da igual. Es lo de menos. ¿Qué español, político o no, hubiera rechazado una invitación para acudir allí?
Como mucho, le expondrían unos planes atractivos para su tierra. ¿Quién no hubiera atendido al yerno del Rey? Me gustaría haber visto a quienes tan encarnizadamente atacan a Rita Barberá, cuando su vida política es impoluta.
Estamos hablando, además, de un tiempo en el que cualquier apoyo de la Casa Real, aún más de la Familia, era buscado, bienvenido y aplaudido. Por actuar en representación popular, hoy Rita es objeto de una persecución cruel sin siquiera estar imputada ni tener responsabilidad en el comportamiento de quienes se beneficiaron del «caso Nóos». Así es la vida.
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