María José Navarro

Insociable

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Tren. AVE atestado, día de inicio de vacaciones de Semana Santa, es decir, un vergel repleto de escenas que definen el comportamiento del español medio en sitio cerrado. Para empezar, colocar la maleta en el lugar donde se supone que le corresponde a tu equipaje es imposible, así que viajas con la bolsa encima. Enfrente (dichosa mesita de cuatro) viaja una pareja en chándal con la que me toca hacer un Tetris de piernas. Son fumadores, así que van muy nerviosos pensando únicamente y en voz muy alta en cuándo podrán echan un piti. Mientras tanto, se fotografían y se comen un fuet a pellizcos. Cuando se les pasa la vena artística, llaman a sus familiares, a los que ponen al tanto de la velocidad que a esas alturas ha alcanzado ya el AVE. Lo mismo hace la señora de la mesita al otro lado del pasillo. Llama y la llaman a su móvil, que tiene un timbre que podría hacer parar a un transatlántico. Conversa con la persona a la que va a ver en una hora y media, y hablan de lo que van a comer en una hora y tres cuartos. Efectivamente: a voces. Una fila más atrás va un papá con un niño que berrea. La solución a sus males aparece en forma de Cuentacuentos a todo meter. Y de pronto llegas y te espera la mejor versión del español, que es el ser humano que a la salida de un vagón, al final de una escalera mecánica o nada más traspasar una puerta, se para en seco. «La próxima vez me vengo en coche». Y entonces te acuerdas del comportamiento del español medio en la carretera. «La próxima vez no salgo de casa».