Debate de investidura
Investidura a la vista
Hora y media de reunión del presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, para llegar a un acuerdo de investidura. No hubo problemas con las condiciones que propuso Rivera el martes. Ni tampoco con que Rajoy haga pública una fecha para la votación de investidura. Quizá por eso ya se fijó una primera –el 17 de agosto– para que la Ejecutiva del PP se reúna y vote las propuestas de Ciudadanos. Es un decir. Las votará y las aprobará. Y lo hará porque las seis exigencias de Rivera: cesar a cualquier cargo público imputado por corrupción política; eliminar aforamientos; nueva ley electoral con listas desbloqueadas; acabar con los indultos a condenados por corrupción política; limitación de mandatos a un máximo de dos; y la comisión parlamentaria que investigue la financiación del Partido Popular, son perfectamente asumibles. Tan asumibles que han provocado perplejidad.
Pues sí... No es fácil entender que este bloqueo de meses en el que hemos vivido desaparezca en pleno mes de agosto gracias a unas propuestas tan fáciles de cumplir por el PP. ¿Éstos eran todos los problemas o hay otras razones, otros acuerdos? ¡Pues claro que los hay!
De hecho, y una vez aprobadas por el PP las seis propuestas –cinco ministerios y el CNI que diría el líder de Podemos, Pablo Iglesias–, vendrán con seguridad otras. No es imaginación mía. El líder de Ciudadanos dijo ayer que, una vez aceptadas éstas, abrirá una negociación «seria» de cara a la investidura del presidente del Gobierno en funciones. Más claro, agua.
Y, por si había alguna duda, el propio Mariano Rajoy lo reconoció en su rueda de prensa: «Un Gobierno de coalición podría hacer las reformas que necesita España (...) Hay que estudiar (las medidas de Ciudadanos) porque implican reformas constitucionales».
Pero tanta reunión agosteña tenía un destinatario claro, aunque perdido estos días en las arenas movedizas de su partido: Pedro Sánchez y su «no». Lo reconoció también Mariano Rajoy al decir que si Sánchez no abandona el «no», «la investidura es imposible». Pero esta vez lo dijo sin acritud. No había reproches a la antigua pareja de su pareja. Quizá porque lo de ayer fue el comienzo de una historia de amor, y todos debían quedar bien, Rivera se encargo de repartir el cariño.
Primero dijo que el PP se había tomado en serio sus peticiones; que la próxima reunión con Rajoy sería después de la votación de la Ejecutiva del PP; y que –cual líder en ciernes– «nos estamos jugando 6.000 millones de euros y hay que tener Gobierno cuanto antes». Tampoco faltaron mimos a su antiguo aliado: que si Predro Sánchez «estará a favor» de «todo aquello a lo que se ha comprometido públicamente»; que le agradecía «el esfuerzo» que hizo la pasada legislatura al negociar con él; y que quiere que el PSOE participe en todos los acuerdos, aunque lamentaba que los socialistas no hubieran estado presentes en ellos. Pero lo mejor fue su frase final: «Los votantes socialistas pueden estar presentes si Ciudadanos lleva el acuerdo a la negociación aunque Pedro Sánchez no esté en la mesa». Y se quedó tan ancho.
Y es que Albert Rivera promete. Para ser el que más perdió en las últimas elecciones, gracias evidentemente a su pacto con el Partido Socialista, no sólo no renuncia a aquel pacto –ya papel mojado–, sino que quiere resucitarlo y utilizarlo en sus acuerdos con el PP para atraer al PSOE. No me negarán que arte tiene. Arte y miedo a otras elecciones. El CIS se equivoca, pero no de tendencia. Y Ciudadanos no estaba para seguir pidiendo la cabeza de Rajoy.
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