José María Marco

Israel ante el crimen

Tras el descubrimiento de los cadáveres de los tres muchachos israelíes cerca de Hebrón, la comunidad internacional se ha volcado en mostrar su solidaridad con los familiares y con el pueblo de Israel, que ha vivido este trágico episodio con la misma intensidad trágica con que los españoles vivimos el secuestro y el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Un nuevo asesinato, esta vez el de un chiquillo árabe en Jerusalén (cuando escribo no se sabe todavía la autoría) coloca la situación en el peor de los escenarios posibles, con una posible escalada de la violencia que llevaría a un enfrentamiento generalizado entre israelíes y palestinos.

El Gobierno de Benjamin Netanyahu no debe de ninguna manera dejarse llevar por los llamamientos a la venganza que se están escuchando en la sociedad israelí. También hay que estar en guardia contra el posible paralelismo que sugieren los dos crímenes, que nos puede llevar a imaginar la situación como una de equilibrio y simetría entre dos fuerzas similares, israelíes por un lado y palestinos por otro. Incluso dejando de lado la imposibilidad de establecer comparaciones entre una sociedad democrática y liberal, como la israelí, y la cultura muy escasamente liberal y democrática que se difunde desde las autoridades palestinas, hay que tener en cuenta que el enfrentamiento no afecta a dos partes, sino por lo menos a tres: el Gobierno israelí, la Autoridad Palestina que controla (no mucho, como se ha comprobado) Cisjordania y Hamas, la banda terrorista que controla la franja de Gaza.

El Gobierno de Israel no tiene interés en un enfrentamiento total ni en ocupar Gaza, lo que le colocaría al frente de casi dos millones de palestinos. Lo que quiere el Gobierno israelí es que se haga justicia, claro está, y, en la medida de lo posible, no debilitar a la Autoridad Palestina ahora que el crimen de Hebrón ha demostrado, para quien no lo supiera de antemano, cuál es la línea que Hamas va a llevar en Cisjordania aprovechando su acuerdo de gobierno con la OLP. Es importante, por tanto, seguir exigiendo al Gobierno de Israel que se abstenga de cualquier política de venganza. Pero hay que comprender también que si el Gobierno de Israel debilita la posición de Hamas, lo está haciendo para reducir la fuerza de una banda terrorista y para preservar, en la medida de lo posible, su relación con la Autoridad Palestina, que es lo que una y otra vez se ha pedido desde los países europeos.