IU, doble vara de medir

No creo que los dirigentes de Izquierda Unida sean de aquellos que utilizan la hipocresía para engañarse a sí mismos, más bien será para intentarlo con quienes estén dispuestos a creerles e incitarles a que les voten. Para lograrlo, da igual las prácticas que haya que poner en marcha, lo importante es el resultado. Es necesario aparentar lo que conviene, aunque no tenga nada que ver con la forma de actuar. Me refiero a la denuncia del Tribunal de Cuentas sobre la falta de colaboración y los incumplimientos de la citada coalición en la presentación de sus estados financieros, que ayer publicó LA RAZÓN de forma detallada. Con esa conducta, IU no sólo entorpece el trabajo del órgano constitucional, sino que incumple la responsabilidad establecida por la Ley de Financiación de Partidos. Pero hay más. Mi calificación de hipócrita proviene de que, mientras esta izquierda cada día más radical elude presentar sus cuentas provenientes del erario, se hartan de pedir transparencia en la utilización del dinero público. Así lo pregonan estos días en la Comunidad Valenciana, cuando la Federación de IU en esta autonomía ni siquiera presentó las cuentas entre 2000 y 2006. Eso sí, lo exigen al Gobierno de Alberto Fabra y al Partido Popular. Para ellos, nada. En mi pueblo se conoce como la ley del embudo. En pro de la transparencia y la correcta utilización del dinero que nos sacan contra nuestra voluntad, propongo que los infractores de la Ley dejen de percibir subvenciones ante situaciones como la que me ocupa. Que se trate a los partidos políticos como a cualquiera de nosotros. De ningún modo nos libramos del castigo al infringir la Ley. Si tan dispuesta está Izquierda Unida a promover claridad y limpieza, el mejor remedio es predicar con el ejemplo y empezar por uno mismo. El incendio se apaga con agua, no con fuego. Pero no teman los afectados. La propuesta no verá la luz. Para eso sí hay consenso. Así es la vida.