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Javier Solana, ¿el tapado?

La Razón
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No faltan los que sugieren estos días, sin dar cuartos al pregonero, salidas imaginativas al callejón en que nos encontramos. Esta que digo es más que una sugerencia. Quiero decir que no es una ocurrencia más. A mí me ha llegado por varios conductos distintos y fiables. Alguien ha puesto sobre la mesa para desbloquear la situación política, entre otros como García-Margallo, el nombre del socialdemócrata Javier Solana , que encabezaría un gran Gobierno de coalición del que formarían parte, además de figuras independientes de prestigio, representantes de los tres grandes partidos constitucionales sobre la base de un gran pacto de Estado, evitando así aventuras peligrosas. Sería un Gobierno de transición, con dos o tres años de duración, capaz de realizar las reformas necesarias y hacer frente al desafío catalán y a la amenaza terrorista. Tanto Mariano Rajoy como Pedro Sánchez tendrían que facilitar esta iniciativa de Estado y hacerse generosamente a un lado. Esta solución sería bien acogida por la opinión pública y por los mercados y aplaudida en Bruselas y en Washington.

Javier Solana, 73 años, ofrece unas credenciales insuperables. Nieto del pedagogo Ezequiel Solana, sobrino-nieto de Salvador de Madariaga, alumno del colegio del Pilar, físico de carrera, fue, a la muerte de Franco, uno de los principales responsables de la transformación y éxitos del PSOE junto a Felipe González, en cuyo Gobierno ocupó las carteras de Educación y Asuntos Exteriores. Ha sido secretario general de la OTAN y Alto Representante de Política Exterior y Seguridad de la Unión Europea. O sea, su cupo de ambición está cumplido hace tiempo, por lo que no consta que él haya movido un hilo en busca de este nombramiento. Él se encuentra cómodo en su cátedra del ESADE dictando lecciones sobre liderazgo y gobernanza democrática. Se mantiene en buena forma, es una persona discreta y dialogante. Buen diplomático, tiene una visión del mundo y no vive ajeno a la complicada realidad nacional. En este caso, los años no son un inconveniente, sino una garantía para una delicada operación de este calibre, con el tiempo acotado. Tanto en Europa como en Estados Unidos, Solana sería muy bien recibido. Todo, antes de una alianza del PSOE con Podemos y la caterva independentista, en la senda de Grecia y Portugal. La otra salida, repetir las elecciones, prolongaría la inestabilidad y sería una aventura arriesgada. Nadie está seguro de que el resultado de las urnas en primavera mejoraría el panorama actual.