Ely del Valle

Juego de tronos

La Razón
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Fue el leitmotiv de todo el discurso del Rey: la unidad de España, la necesidad de aparcar diferencias absurdas y la necedad de quienes pretenden volver siempre a lo peor de nuestra historia. Esto último no lo dijo exactamente así, pero lo dijo. Y lo hizo a tres días de que el PSOE decida cómo va a formar Gobierno, una vez que Rajoy no lo consiga y de que la CUP considere si la humillación de Mas ya es suficiente para convertirlo, como a Sancho Panza, en gobernador de su ínsula Barataria. Lo del PSOE es complicado: no puede apoyarse en Podemos si éste impone un referéndum en Cataluña, pero Iglesias no puede renunciar a ello so pena de quedarse con 42 escaños pelados, que son los que le quedan si restamos los de sus socios independentistas, y que no dan ni para pipas, so pena de que convencieran a Ciudadanos de que votase a favor de Sánchez, aunque para eso Rivera tendría que desdecirse. Por otro lado, el PSOE tampoco puede hacerle muchos ascos a Podemos, gracias al cual gobierna en cinco comunidades, que podrían cambiar de signo a poco que Iglesias se ponga farruco. Conclusión: que están todos como en el chiste del dentista, cogidos unos a otros por las partes nobles y amenazando con hacerse daño. Lo de Cataluña, sin embargo, tendrá un desenlace más rápido y bastante previsible: la CUP votará hoy dividida en la proporción exacta que Mas necesita para que le coronen con un capirote, y como son anarquistas y en consecuencia la disciplina de voto no va con ellos, le darán el apoyo justo, que es lo que hubieran hecho el primer día si no fuera porque alguien debió pensar que por qué no marcarse unas risas antes, haciendo que el candidato de cartón piedra bailase un charlestón mientras le disparaban a los pies. Tronchándose deben de estar.

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