Julián Redondo
Juicios para lelos
Habló Piqué. Máxima expectación, silencio en la sala (de Prensa). Las madres de todas las elucubraciones chisporrotean como dos cables cruzados: ¿renunciará a la Selección? ¿Se declarará independentista? ¿Mandará a Sergio Ramos a por robellóns? No renuncia a la Roja, «nunca», y la defiende con la pasión que vuelca en sus manifestaciones y la naturalidad que esgrime al declarar que en plena tempestad mediática se fue a buscar setas. Es de la selección española de fútbol, que es el equipo de fútbol de España. Esa declaración de amor invita a creer que no es partidario de la independencia de Cataluña. Aboga porque la gente se exprese, pero no dice que es independentista. En cuanto a Ramos, ni le prometió amor eterno ni le deploró. Pasó por alto las manifestaciones de su compañero en la defensa porque se lleva bastante bien con él. Lo que no significa que estén a partir un piñón. Es antimadridista, no lo oculta, fomenta la rivalidad más allá de lo políticamente correcto. Lo asume, y que en ocasiones no ha sido elegante.
Los espabilados evitan la trampa; los lerdos pisan el lazo y... ¡zas! Piqué no pica; ni es el más listo de la clase ni el más torpe ni el héroe que algunos imaginan. Es transparente. Habló todo lo claro que se puede hablar en un «país» donde persiguen a los comerciantes que rotulan en castellano. No es carne de juicios para lelos.
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