Política

Francisco Marhuenda

La acertada línea de acción del Gobierno

La acertada línea de acción del Gobierno
La acertada línea de acción del Gobiernolarazon

Rajoy afronta la segunda parte de la legislatura tras un duro proceso de reformas que ha impedido que se tuviera que solicitar el rescate. Es cierto que la izquierda y sus economistas, que pontifican desde sus púlpitos con inusitado fervor, buscan argumentos para minimizar los méritos del Gobierno, pero la realidad juega en su contra. La economía no es una ciencia exacta, sin restar ningún mérito, y no quedan tan lejos determinadas afirmaciones para que las olvidemos. Ahora hemos descubierto que muchos españoles no sólo sabían de fútbol sino que son expertos en economía, derecho, historia, educación, sanidad y una larga lista de temas que no cabría enumerarlos en esta columna. A posteriori es muy fácil realizar un análisis y encontrar lo que algunos consideran errores. La realidad es que Rajoy y su equipo han aguantado una serie ininterrumpida de ataques e insultos realmente sorprendentes. Los aficionados a la economía, dotados además de afición a otras materias, han sentado cátedra sobre la inutilidad de personas con sólidas formaciones y trayectorias con un desparpajo que con el tiempo resultará ciertamente hilarante.

Esta legislatura está marcada por la economía. España, no hay que olvidarlo, ha sufrido la mayor crisis económica desde la posguerra, que la sociedad ha sido capaz de sortear gracias a las ayudas públicas y la solidaridad, aunque no quiero dejar fuera del tintero que tenemos una de las economías sumergidas más importantes de Europa. España tenía unos graves problemas estructurales que nunca se han afrontado con la suficiente firmeza, porque resolverlos comporta una impopularidad que ningún partido quiere asumir. Es cierto que cada crisis tiene elementos singulares, pero la historia de la economía muestra que hay algunas pautas comunes que se reproducen en modelos anteriores que nos sirven para reflexionar. La prioridad de cualquier gobernante debería ser controlar la economía e impedir los desequilibrios. La decadencia de los grandes imperios ha tenido siempre una causa económica que les condujo a la debilidad institucional, militar y social. Les sucedió a Atenas, Egipto, Roma, España, Gran Bretaña, Francia y a la larga lista de grandes naciones que han marcado el devenir de la Humanidad. Por ello, la historia y la economía son instrumentos que nos permiten entender lo que sucede y predecir la evolución de los acontecimientos.

La fragilidad de la economía española no es una novedad. Cuando llegó la crisis actual, hizo emerger, una vez más, esas debilidades. El control del gasto público debería ser siempre una prioridad y también el erradicar la costumbre de endeudarnos como si estuviéramos siempre en un ciclo alcista. No es normal esa tendencia de utilizar la deuda para el consumo y el gasto corriente. Hace dos años, de los cuatro grandes países de la unión monetaria sólo caía España, mientras que ahora sólo crecemos nosotros y Alemania. Otro aspecto clave es la capacidad exportadora, porque la fuerte dependencia energética siempre ha sido un lastre difícil de resolver. En estos momentos la economía española es competitiva y somos uno de los países con mayor capacidad exportadora. Las reformas han sido y son duras, pero en ningún momento nos hemos convertido en un país de segunda división como hubiera sido el resultado de una intervención.

Es cierto que Rajoy no ha tenido otra salida que incumplir una parte de su programa electoral, que es el único argumento que le queda a una izquierda política y mediática que nada decía de ello en la pasada legislatura. Las circunstancias y la pérdida de credibilidad de España hicieron imposible actuar de otra forma. Otro tópico es que el Gobierno está quemado; no entraré en la tontería de que Rajoy sólo habla desde el plasma porque prefiero un presidente que resuelva los problemas y no necesito que sea un tertuliano. Lo importante es que el Gobierno está unido, tiene las ideas claras y una línea de actuación que está siendo acertada.