Iñaki Zaragüeta
La alfombra roja de TV3
Nadie debería sorprenderse del papel, quizá hasta decisivo, que ha jugado la radiotelevisión catalana, especialmente TV3, al ser el de la imagen el medio más influyente, en todo el proceso secesionista. Ya lo declaró Oscar Wilde: «Influir sobre la persona es transmitirle nuestra propia alma». ¿Por qué no me sorprende? Porque desde su creación ha estado al servicio del nacionalismo y, en los últimos años, más cercana incluso a los postulados de Esquerra Republicana que de la Convergència Unió (CiU). El adoctrinamiento sociológico ha sido una constante. Si a ello le añadimos la base formada durante todo el sistema educativo, el final no podía ser de otra manera, más aún cuando los gobiernos centrales han sido pacatos y temerosos a la hora de imponer el cumplimiento de la ley y de las sentencias del Tribunal Constitucional.
La televisión autonómica, según ha demostrado durante todos estos periodos tan convulsos, tomó la bandera independentista para caminar en la vanguardia del movimiento. En ella han tenido poca cabida quienes consideran a Cataluña como una parte de España y lo ha hecho sin pudor, con convicción, sin importar siquiera la objetividad. Desde luego, ha sido recompensada en los presupuestos públicos. Ya lo anunció cuando se aprobó la nueva Ley de la radiotelevisión catalana el diputado Antonio Robles, de Ciutadans, al denunciar el «racismo cultural» que caracterizaría al ente.
Ahora, comprobaremos cómo se las apañan para sacar del atolladero en el que han metido a la sociedad catalana, porque una respuesta tienen garantizada, la TV3 y el Gobierno de Artur Mas la Constitución deberá cumplirse y en ella no están previstos el referéndum y mucho menos la independencia. Así es la vida.
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