Alfonso Ussía

La batidora

La batidora
La batidoralarazon

Abatir es lo mismo que derribar, derrocar o echar por tierra. El abatido es un derribado, un derrocado, un echado por tierra. Vuela la perdiz, el cazador dispara con pericia y la brava gallinácea cae abatida. El vizconde de Cassex fue encontrado por un amigo en un instante de honda tristeza y desconsuelo. Su mujer le había abandonado para fugarse con un jardinero de su castillo. «Estoy en un estado de profundo abatimiento. Como sabes, mi mujer se ha largado con Staton, mi fiel jardinero. Y acabo de recibir una carta de ella en la que me pide perdón y me anuncia que vuelve a mi lado. Como comprenderás, lo mío es terrible».

El significado de batir es más complicado. También se acepta como golpear, pero es voz en desuso. Nadie dice «te voy a batir en los morros». Batir es derrotar al enemigo, y entra en la costumbre hablada del deporte. «El Real Madrid ha batido con gran facilidad al Barcelona», es oración que me gusta como ejemplo. También se bate una marca establecida. El libro que reúne las mayores tonterías que pueden protagonizar los seres humanos, «El Libro Guiness de los Records», está compuesto, en gran medida, por marcas establecidas batidas por tontos más grandes que los tontos anteriores. Por iluminar una muestra, los que batieron la marca del más largo bocadillo de mortadela. Estaba en siete metros y doblaron la longitud, quedando todos muy satisfechos con la bobada. Y batir es también convertir en líquido un elemento sólido. Para ello existe un electrodoméstico muy apropiado, conocido por «batidora». Se introduce un pomelo en la batidora, se pulsa un botón y apenas un minuto más tarde surge de su recipiente un zumo de pomelo. Y es que las ciencias adelantan que es una barbaridad.

Se me antoja, y no acostumbro a echar mano de los vaticinios porque siempre me equivoco, que será muy difícil batir la marca del compañero Méndez al frente de UGT. De conservar el extraordinario cuadro de salud que hoy presenta y manteniendo el ritmo y nivel de vida al que nos tiene acostumbrados, puede sumar hasta 31 años al frente del sindicato anexo al Partido Socialista. Y nadie puede negarle la limpieza de su elección, por cuanto ha sido votado por casi el noventa por ciento de sus afiliados, porcentaje que no alcanza ni Raúl Castro en las elecciones de Cuba, si es que las hay. Pero Méndez, en su vibrante discurso de dirigente reelegido, creo que se hizo un lío con las palabras. No es un gran orador. En ese aspecto, su colega del sindicato CC OO, el anexo al Partido Comunista, le da sopas con onda. Y tampoco es justo afirmar que Toxo es un orador aceptable, pero sí que mantiene más la calma ante los micrófonos que Méndez, que ya es hora con los años que lleva de mitinero de que encaje mejor las voces y los conceptos.

Méndez está dolido con los medios de comunicación libres por el asunto de los ERE. Y es lógico. Se lo han llevado crudo sus subalternos en Andalucía, y con ellos, los de Toxo. A Méndez este tipo de hechos convertidos en noticias se le antojan inadmisibles, no los hechos, sino las noticias. Y en un momento de intensa emoción, en la cúspide parlamentaria de su prédica, Méndez, el imbatible, ha confundido el objetivo con el objeto y el abatimiento con la batidora. Por supuesto no ha reconocido ningún tipo de responsabilidades, ni ha perdido perdón a los trabajadores estafados, ni ha pronunciado los nombres de los sindicalistas que se han forrado a costa del esfuerzo de los demás. Eso sí, ha dicho: «Somos el objeto a batir».

¿Es UGT un objeto? ¿Batir o abatir? Como todos los jueves meriendo con él en mi casa, se lo voy a preguntar. Y enhorabuena por el apretado triunfo.