Iñaki Zaragüeta

La ceguera de Pedro Sánchez

La Razón
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La ceguera del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, me ha traído a la memoria las palabras del Premio Nobel portugués José Saramago «creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven». No sé en qué categoría colocarlo. ¿Se ha quedado ciego? ¿Está ciego? ¿Ciego que, viendo, no ve? Desde luego, no es de los ciegos que ven.

Tras la debacle de su apuesta con Ciudadanos busca otro partenaire sin importarle quién: «da igual un roto que un descosido» y se desvive por seducir a Pablo Iglesias y sus 69 diputados, contando Mareas, Compromís y demás. Y el líder de Podemos se llama andana y ni facilita ni facilitará el encuentro serio tan reclamado y ansiado por Pedro Sánchez y sus mariachis.

Ésa es la vía por la que la ceguera se convierte en virus invasivo. Según mi amigo Rogelio, primero porque en el arte de la seducción hay que fijarse y emplearse en un objetivo. Si te dispersas y gastas tus encantos en varios, te darán calabazas o te costará lo que no imaginabas gastarte. Eso, si puedes pagarlo.

Segundo, el más importante, su obcecación le impide ver con claridad el objetivo, en este caso de Pablo Iglesias, que no es otro que dinamitar al PSOE y liderar a toda la izquierda. En el Palacio de la Moncloa o en la oposición. El líder de los socialistas no comprende que como le hace feliz es yéndose.

Su Arcadia monclovita cada día aparece más lejana y más cercanas sus contiendas por repetir como candidato del PSOE a las elecciones generales y, si un milagro no lo impide antes, por mantenerse como secretario general del PSOE si, como indican los sabios, Susana Díaz decide enfrentarse a él por el liderazgo de la familia socialista. Así es la vida.