Política

Francisco Marhuenda

La coherencia de Rajoy

La coherencia de Rajoy
La coherencia de Rajoylarazon

Desde la Transición hasta nuestros días, todos los partidos han tenido en algún momento, tanto en la oposición como en el gobierno, voces discordantes que en ocasiones han abandonado la militancia e incluso han creado sin éxito otro partido o han transitado a uno en el que se sentían más cómodos. A pesar de ello, la realidad es que PP y PSOE han sido las dos grandes formaciones que han protagonizado la política española desde las primeras elecciones democráticas. No hay que olvidar que el PP recogió la herencia de UCD y la inmensa mayoría de sus dirigentes se integraron en este partido. La refundación significó una importante transformación del centro derecha que lo convirtió en una opción ganadora y de gobierno. La España que progresa prefiere votar al centro derecha, porque PP, CiU y PNV son formaciones claramente situadas en este espectro ideológico. Esto sucedía en Cataluña hasta que CiU entró en la deriva independentista. Otra cosa distinta es que el PSOE maneja muy bien la propaganda y el uso de las palabras. La izquierda ha conseguido que en determinados sectores su «etiqueta» sea más atractiva. Han comercializado muy bien su producto. La realidad es que el progreso, que es sobre todo tener un puesto de trabajo, se logra con gobiernos de centro derecha.

España ha podido superar la mayor crisis desde la posguerra porque cuenta con un Gobierno sólido porque tiene mayoría absoluta. Las medidas reformistas no hubieran sido posibles con un Gobierno de izquierdas que no hubiera generado confianza en los mercados internacionales y se hubiera visto sumido en la habitual demagogia populista que tan lamentables consecuencias ha tenido en nuestro país. Rajoy ha afrontado un panorama catastrófico en 2012 con una firmeza y claridad de ideas que le reconocen todas las instituciones y organismos internacionales. Cuando se aplican medidas muy duras y profundas, en un país donde siempre se habla de reformas que, por regla general, no se hacen, es evidente que se genere descontento en amplias capas de la población. Las crisis profundas no se resuelven con medidas contemporizadoras o miopes y siempre es fácil con posterioridad que los «listos» esgriman tópicos keynesianos o ultraliberales sin entender que no había margen para experimentos con una economía en caída libre y un retroceso en los ingresos del Estado de unos 60.000 millones de euros.

Los incumplimientos en el programa electoral, que no son tantos como dicen algunos, eran imprescindibles para salir de la crisis. No fue Rajoy el que dijo que España tenía el mejor sistema bancario del mundo o que nuestra economía estaba en la «Champions League». A pesar de ello, desde la izquierda y algunos sectores de la derecha se prefiere ignorar la realidad y se sitúan en la crítica feroz contra un Gobierno que ha afrontado con éxito un panorama desolador. Otros elementos de crítica han sido cómo ha afrontado el complejo desafío independentista de CiU o el fin de la banda ETA. En ambos casos la situación no puede ser más injusta para Rajoy, que tiene que hacer frente a críticas demagógicas e inconsistentes. El presidente del Gobierno no se ha movido ni un milímetro en su defensa de la unidad nacional y la lucha contra ETA. Los que realizan esas críticas ignoran nuestro ordenamiento constitucional. Los despropósitos de Artur Mas y sus seguidores sólo se pueden afrontar desde la legalidad y la información. No hay otro camino. Con respecto a ETA y sus colaboradores sucede lo mismo. Durante estos dos años no se han producido aproximaciones de presos y el «caso Bolinaga» fue una decisión del juez de vigilancia penitenciaria de la Audiencia. No se sigue ninguna «hoja de ruta».