Martín Prieto
La conferencia de los pasos perdidos
La ciencia política enseña que en las democracias occidentales cuando un partido pierde el poder central, el regional y el autonómico tarda al menos dos legislaturas en regresar al Gobierno nacional. Esa tendencia a la recuperación despaciosa explica los continuos malos resultados demoscópicos del PSOE aunque el presidente Mariano Rajoy, ejerzan de obligado como la madrastra de Blacanieves. Toda la experiencia política de Pérez Rubalcaba ha sido incapaz de capitalizar todas las desdichas que nos han anegado en dos años, provocadas por uno de los momentos cíclicos de pánico, aquellos internacionales, y la extraña idiocia de la «Nueva vía» socialista guisada entre cuatro jóvenes voluntaristas en el apartamento de Trinidad Jiménez. Perversos periodistas de Washington escribieron, cuando Harry S. Truman ganó sus primeras presidenciales, que aquello demostraba que cualquiera podía llegar a presidente de los Estados Unidos, y cundió la elección, que fue para D. Einsenhower que los EEUU podían vivir sin presidente. Al entrar en Moncloa, Zapatero le dijo a Sonsoles: «¿Ves como cualquier español puede llegar a presidente?». Todos tenían razón.
Una conferencia política corre en paralelo a un programa electoral, del que afirmaba Enrique Tierno Galván que su principal objetivo era ser incumplido. Ni Obama ha satisfecho sus promesas electorales. Felipe González me maldecía en Montevideo a quien le había incluido en sus propuestas de l.982 la creación en cuatro años de 800.000 puestos de trabajo, que, cumplida la legislatura, se tradujeron en otros 800.000 desempleados más. Felipe, fiado de su carisma, no había calibrado su propia hoja de ruta. Es un ejercicio de cinismo que el PSOE haya perdido tanto tiempo en reprochar al PP el incumplimiento de sus programas cuando hubo que cambiar de caballos a mitad del río y había mudado el paisaje apocalípticamente. Es una característica histórica, propia de su ADN: que el PSOE jamás ha pedido perdón por sus errores y falencias (salvo alguna hipócrita jeremíada), ni siquiera por l934, mientras la derecha se ha reconvertido hasta la extenuación. Pese a que Rubalcaba ofreció en Cortes su mano a Rajoy cuando nuestro rescate parecía inevitable, el jefe socialísta aumentaba la tómbola de Zapatero proponiendo una bolsa de miles de millones de euros para los más carenciados. Hay que tener el alma más negra que el sobaco de un arciprestre para negarse a eso; ¿pero quién lo paga? ¿De dónde sale el dinero?. Preguntado Zapatero por el mayor logro de su septenato, contestó que el matrimonio homosexual, primando lo ancilar y llamativo sobre lo troncal e imprescindible. La tan publicitada ley de dependencia define también al nuevo socialismo: algo que nadie osa discutir pero que se legisla sin dotación económica generando vanas esperanzas. Un bríndis al sol, pero también una inicua estafa social.
Elena Valenciano, número dos socialista, (no se sabe si es tonta, inteligente o tenaz, según las categorizaciones del interino Rubalcaba), nos da una pista de por dónde va a discurrir la conferencia socialista proponiendo agua, luz y gas gratis a los insolventes. Gran ovación. ¿Qué Drácula se va a oponer a eso?. ¿Y por qué la UGT, tan gastronómica, no da de comer a los menesterosos en vez de la Iglesia?. El populismo irreflexivo o fascismo criollo lo inventó el general Perón y el socialismo del siglo XXI, el venezolano Hugo Chávez, teniente coronel golpista de paracaidístas. Como trabaja en ellas, Valenciano cree que el Estado es una ONG. El lema puesto en circulación por estas gentes de buena voluntad y en busca de identidad y paternidad es un PSOE «más rojo». Preocupante guiño a sus izquierdas unidas, desunidas, plurales, pluscuamperfectas, con la asistencia de indignados, agobiados y cabreados. Si el PSOE, esa izquierda imprescindible en nuestro sistema de bipartidismo imperfecto, aglutina a los «antisistemas y a los antinacionales so capa de federalistas», más vale que nos intervengan como a Grecia. El propio Rubalcaba, que está en la política española desde antes de terminar Químicas, recurre irresponsablemente al federalismo como si éste fuere una fórmula magistral y no un rompecabezas en el que caben Alemania, Argentina, México y Brasil, la Federación rusa, la ex Yugoslavia y la Federación Española de Fútbol. Los federalistas no pretenden reformar esta Constitución sino hacer otra que empezaría por cuestionar la Jefatura del Estado. El liderazgo socialista es un trampantojo, un espejismo para ocultar el sectarismo que conlleva la ausencia de proyectos sensatos para los problemas de los españoles. Cuando no se te ocurre nada, recurres a la ideologización y al «padre padrone». El PSOE no ha tenido más líder en democracia que Felipe González y, probablemente, su heredero saldrá de la LOMCE de Wert. El dividido socialosmo francés tira con el calzonazos de Hollande, y no pasa nada. La cola que forman los aspirantes a jubilar a Rubalcaba resulta patética por su debilidad intelectual. Hombre fuerte es Patxi López. Preferiría a su padre Lalo López Albizu, amigo y referente del socialismo español y del ugetismo, que hoy volvería a morir si contemplara la deriva del sindicalismo andaluz. Patxi es de los desconfiables que dejó los estudios y es funcionario profesionalizado de la política en estado puro. Mujer fuerte es Carme Chacón, producto publicitario de Zapatero y con un marido más ambicioso que ella y de elevadísimo riesgo político. Al menos es catalanista-españolista, o lo parece. Para tanto desecho de tienta más les vale aguantar dos años más con Rubalcaba.
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