Ángela Vallvey
La cosa
Parece que se han llevado a Markel Susaeta, un jugador del Athletic de Bilbao, con la Selección española nada menos que a Panamá, y cuando le han pedido que hable un poco, él ha soltado: «Sabemos que nosotros representamos a... una cosa que, bueno, tenemos que darlo todo y respetar bajo todos los conceptos». Estas misteriosas palabras, de haber sido pronunciadas en las montañas de la Fócida, al pie del monte Parnaso, en el siglo IV antes de Cristo, podrían haber dado lugar a una guerra sangrienta en la que focios, beocios y tesalios no supieran ni por qué luchaban, pero como las ha recogido un micrófono el otro día, enseguida el respetable -al que le gusta más una indignación y/o un cachondeo que a un profeta un desierto- ha puesto el aullido en el cielo raso quejándose de que si «los internacionales vascos y catalanes» son incapaces de pronunciar la palabra «España», que si no les gusta la Selección española que monten una liga de futbolín en sus pueblos..., etc. Un demasié. O sea.
De hecho, un atribulado Markel Susaeta se ha visto obligado a explicar que no quiso ofender a nadie con su extraña y titubeante declaración. Y Vicente del Bosque, uno de los pocos españoles que están manteniendo un buen juicio sereno en estos tiempos, aclaró que mejor sería preguntarle «al chaval lo que quiso decir y no tener la maldad de pensar una cosa que él no estaba pensando».
Pero es que tenemos muy afilado el ánimo hermenéutico y nos lanzamos a interpretarlo todo, olvidando que, como diría Guillermo de Ockham, por lo general la explicación más sencilla suele ser la verdadera. En este caso: que el «chico» estaba nervioso, y que hablar no es lo que mejor saben hacer los futbolistas. (Creo).
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