José María Marco
La decisión del PSOE
En el legado de los años de Rodríguez Zapatero va el actual rebrote de republicanismo. Felipe González y los suyos evitaron cualquier referencia a la república, y probablemente no sólo para no levantar los recuerdos de los años 30. En España, «república» suele querer decir desorden. Los republicanos españoles suelen pensar que la república es hacer lo que a uno le viene en gana, siendo así que la república es un régimen mucho más exigente, en cuanto al respeto de los principios en los que se basa una comunidad política, que la Monarquía. Una república normalmente constituida no permitiría muchas de las cosas que se oyen y que ocurren a diario en España. Y, sin embargo, la república, en España, significa otra cosa: un anhelo infantil, como el que tan bien encarnaba Rodríguez Zapatero, de experimentar algo distinto, puramente placentero, ajeno a cualquier responsabilidad. «Vivir en república», se decía antes...
Ese ideal de adolescencia interminable es el que ha seguido cultivando el Partido Socialista, ahora con Alfredo Pérez Rubalcaba (quien, por cierto, ha vuelto a hacer como que titubea en sus intervenciones públicas. Siempre que Rubalcaba se pone a tartamudear es que el PSOE está a punto de darse un batacazo). El problema es que así no se alcanza el gobierno en países tan complejos como el nuestro. Aquí, precisamente en virtud del pluralismo, es imprescindible reforzar aquellos elementos en los que se materializa el consenso, que no son otra cosa que las instituciones, entre ellas la Constitución y la Corona. A menos, claro está, que el pluralismo y la diversidad no merezcan el menor respeto, porque todo lo que no sea pensar como uno piensa es considerado despreciable y digno de ser censurado. En esta tesitura, lo natural es estar a la espera de una catástrofe que haga posible la desestabilización del único partido de gobierno.
Ésas son las tentaciones que el PSOE debería estar en condiciones de rechazar. Las rechazó en su día, aunque las condiciones actuales ya no son las de los años 80. El PP no es la UCD, ni AP. Pero en eso, justamente, consiste la democracia. En la Monarquía parlamentaria española caben toda clase de opciones políticas e ideológicas. Cabe incluso la republicana, siempre, eso sí, que los grandes partidos con vocación de gobierno dejen claro que ésa no es su opción. Las frivolidades secesionistas, las huelgas políticas, ahora otra vez los acosos y los asaltos... ¿Mañana la república? El PSOE elige. Basta con una palabra, bien sencilla.
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