Iñaki Zaragüeta
La encrucijada de Mas
Artur Mas está hecho un lío, pero se niega a derrotar hacia la sabiduría –«el arte del sabio es el arte de saber cuando ignorar las cosas»–, porque se encuentra preso de Esquerra Republicana, a cuyo líder Oriol Junqueras le tienta detentar el sillón presidencial, o porque ha decidido deambular en el espacio onírico: «He tenido un sueño ...» sin apercibirse de que esto es el mundo real, en el que la lógica suele imponerse, como alguien dijo «si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podría ser; pero como no es, no es. Eso es lógica».
Lo cierto es que ha apostado demasiado por el fracaso, por mucho que intente alzar la jornada de hoy como una marcha imparable aunque carente de legalidad. No quiere encomendarse a la razón, por más advertencias que ha recibido, la última ayer por parte del ministro José Manuel García-Margallo, que cerró la puerta a cualquier referéndum, ni pactado ni sin pactar, pero ofreció la posibilidad de pactar una financiación en base a una reforma de organización territorial siempre garantizando la unidad de España.
Imagino que el presidente catalán se siente acorralado. Por un lado, ERC le apremia y los plazos se le acaban. Por otro, comprueba cómo su anhelo se ha convertido en quimera ante un escenario complicado. Y ya se sabe, «la prueba más difícil tanto en el golf como en la propia vida, no consiste en evitar la maleza, sino en saber salir después de meternos en ella».
Ése es su drama, su angustia personal, «lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible», que muchos atribuyen a «Guerrita» aunque fuera de Talleyrand. Así es la vida.
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