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La flor de Rajoy

La Razón
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Volvía Mariano Rajoy del periplo americano y la oposición en pleno se frotaba ya las manos a la espera de su comparecencia en el Congreso. Mientras tanto, los votantes del Partido Popular se volvían a lamentar de la realidad de un partido que no se despegaba de la corrupción –pasada, pero corrupción– y cundía el desánimo. Un escenario caliente en el que ni siquiera los Presupuestos Generales del Estado estaban garantizados. La legislatura caminaba hacia unas nuevas elecciones. Y en esto, Podemos va y anuncia su moción de censura.

La puesta en escena del partido morado nunca es gratuita: caras serias, miradas bajas, gestos de preocupación... Hasta Pablo Iglesias –posible candidato «in pectore»– se había puesto una americana para la ocasión. Pero el anuncio no pilló a los partidos políticos desprevenidos. Iglesias había llamado poco antes a Javier Fernández y Mario Jiménez, presidente y portavoz de la gestora del Partido Socialista. Quedaron en responder, pero cinco minutos después de llamar al PSOE, el líder de la formación morada anunciaba la moción de censura. Cinco minutos. Todo un detalle.

También contactaron desde Podemos con PNV, ERC y PDeCat. Dicen que con Ciudadanos lo intentaron sin éxito. Pero los mismos partidos no necesitaron más de cinco minutos para contestar a la propuesta. Los socialistas, casi cinco minutos después, hablaron de «mala fe» y Ciudadanos de un «circo» en el que no estaban dispuestos a participar. El PNV, simplemente rechazó la propuesta. Y Joan Tardá, portavoz de ERC, dijo que apoyarían la moción de censura si apoyaban el referéndum de independencia de Cataluña. Ninguna sorpresa.

Pero el líder de la formación morada ya sabía lo que le iban a decir los partidos políticos. Y quizá por eso la parte más interesante de su discurso fue aquella en la que habló de «iniciar un periodo de consultas» con partidos políticos, y con sindicatos como Comisiones Obreras o asociaciones como Jueces para la Democracia, para elaborar «una alternativa al Partido Popular». Es decir, que Podemos cree que puede plantear una moción de censura parlamentaria con sindicatos y asociaciones de jueces. ¿Y por qué no con asociaciones de vecinos o movimientos ecologistas? Tiempo al tiempo.

Pero la acción de Podemos, calculada para recuperar una iniciativa política y a unos votantes que ha perdido, tiene otra lectura. Se debe hacer oposición y pedir dimisiones, sobre todo cuando los escándalos así lo recomiendan. Pero amagar con poner contra las cuerdas a Mariano Rajoy simplemente porque su gobierno está en minoría provoca que siempre haya alguien más osado que convierta la añagaza de desgaste en algo más grave y de consecuencias menos predecibles. Ya le pasó a Ciudadanos en Murcia y ahora le ha vuelto a pasar con el «caso Lezo». Hasta el punto de que ha tenido que salir José Manuel Villegas para decir: «El Estado está actuando, las fuerzas de seguridad, los jueces y los fiscales están luchando contra la corrupción (...) Vamos a ser muy exigentes en que se deje trabajar a los funcionarios. Nuestra obligación es asegurar su libertad e independencia». Ni el propio Mariano Rajoy lo hubiera dicho mejor.

Y hablando de Rajoy. Cuando las cosas parece que se le ponen mal. Cuando la oposición en pleno –cuchillo en la boca– se lanzaba a la pista de aterrizaje del vuelo procedente de Uruguay, va Podemos y vuelve a salvar la cara al presidente. Tengo un amigo que dice que Rajoy nació con una flor en el culo: que simplemente con estar y no moverse todo se va desgastando a su alrededor. Ahora también podría sacar de esta moción de censura una oportunidad. La torpeza de Podemos se lo ha puesto en bandeja.