Cristina López Schlichting
La fuerza de la familia
La familia es imbatible porque significa amor incondicional, que es lo que más desea el ser humano. Ni la pasta, la belleza o el éxito sostienen a una persona como el abrazo de un padre o una madre. Por eso el Poder tiene un problema con la familia y por esa razón todos los regímenes totalitarios han soñado con incubar niños y criarlos colectivamente. Los nazis apartaban a los mejores arios en centros de crianza; el partido comunista soviético también; Pol Pot arrancaba los bebés a sus madres...George Orwell y Aldous Huxley lo ilustraron perfectamente en sus novelas, en las que se concebía en serie industrial y el pecado de concepción conyugal era perseguido públicamente. Esta animadversión hacia la familias se fundamenta en la muy correcta observación de que nada hace más libre al hombre que la pertenencia a los suyos. Con ellos toma conciencia de su identidad y se suma a una tradición y una historia. Lo que se vive y aprende en casa no se olvida jamás. Por mucha propaganda y reflexión ideológica que se inocule. Es interesante constatar que hay una relación directa entre el deseo de control de un Gobierno y su pretensión de dominar a las familias. Los más ambiciosos en este sentido se atreven a conculcar la autonomía de los padres para gobernar a los hijos; proponer a los adolescentes proyectos estatales al margen de sus progenitores; fomentar la eliminación de los ancianos, que son el pilar de la tradición y educar a los niños en proyectos propios sin contar con sus hogares. En realidad, algo tan sencillo como el programa familiar de un partido dice más de su ideología que las propuestas económicas, políticas o culturales.
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