Alfonso Merlos

La gran ocasión

No será un cara a cara pero sí un cuerpo a cuerpo. Orillando la presencia testimonial del izquierdista Maíllo, es Juanma Moreno el que encara la hora de la verdad. Ya ha conseguido lo más difícil: colocar frente a las cámaras y bajo los focos a una Susana Díaz que ha ninguneado antidemocráticamente al líder de la oposición y sabe que, en el debate, tiene poco que ganar y mucho que perder. Por eso ha intentado escurrir el bulto en vano.

Es así. Cuanto más convincente, rocoso y sagaz se presente el candidato del Partido Popular exponiendo la deplorable situación económica de la Andalucía del puño y la rosa, más votos socialistas se irán por el sumidero. Cuanto más duro, combativo y agudo se muestre denunciando la penosa falta de transparencia en la Administración y el Gobierno durante las últimas décadas, más papeletas con la gaviota se introducirán en los sobres del 22-M.

No valen ya medias tintas ni paños calientes. La lideresa siempre ha estado ahí. Cuando los ERE, Mercasevilla, los cursos de formación, cuando Invercaria, cuando el fraude de las ayudas europeas y a los discapacitados. Ha sido una convidada de piedra de la corrupción, como esos monos representados en la escultura célebre de Hidari Jingoro que ni ven ni oyen ni hablan. Inaceptable. Lamentable. Inexplicable.

No. Lo de esta noche no va a ser un mitin en el que a la presidenta le jaleen cuando proclame el indiscutible progreso de la región o sus envidiables conquistas sociales. Porque eso no existe. Y porque ahí se topará con un aspirante con la firme misión de evitar que los votantes sucumban a una gran mentira que, como se sabe, son más permeables y peligrosas que las pequeñas.