Martín Prieto
La guerra secesionista de Gila
Hace millones de años aterricé en mitad de un terremoto en el aeropuerto San José para una gestión con la Universidad de la Paz (perteneciente a las Naciones Unidas) sobre las matanzas por las que ahora está siendo juzgado el general Ríos Montt.
Elizabeth Odio, a la sazón ministra costarricense de Justicia, desoyendo a su apellido acudió solícita a recogerme manejando su propio carro. Camino al hotel nos sobrevolaba con la insistencia de un moscardón un helicóptero. «¿Es su escolta?». «Yo no tengo ni chófer», contestó Odio. «Costa Rica no tiene ningún helicóptero, así que seguro será nicaragüense que viene a ayudar por el terremoto». Entonces descendí de mi ignorancia recordando que los ticos al contrario que los nicas, carecen constitucionalmente de Fuerzas Armadas. Para superar los momentos de crisis hay que dar grandes bostezos porque te oxigenan el cerebro, y utilizar el sentido del humor como un anestésico local que aliviando el dolor permita la perspectiva. El planteado Ejército catalán para cuando llegue la secesión pertenece al imaginario de la guerra de Gila y nos permite bostezar y llorar. Ya se sabe que las expresiones faciales del sufrimiento y el placer son idénticas como intuyeron Sade y Masoch. Si pretenden una mínima efectividad la tropa será profesional (cara ) y no conscripta, y a ver de dónde sacan para 30.000 efectivos. El independentismo pedirá la parte que le toque del Ejército español, pero no podremos transferirles los carros de combate «Leopard» porque los estamos pagando en «leasing» y los alemanes no lo permitirían. Cuando Alemania era Bonn su renacida «Lutwaffe» se salía de su espacio aéreo y venía previo pago a Las Bárdenas Reales. Una agerrida aviación catalanista tendría que atacar Girona para entrenarse. ¿De quién quieren defenderse? El Estado español no se va a dar un tiro en un pie y ya está en Cataluña. Como el nacionalismo «tremens» siempre da en imperialismo quizá piensen en atacar el Rosellón, las Baleares, Valencia y lo que reclaman de Aragón. Eso sí: por lo menos crearán puestos de trabajo. Artur Mas debe abrir embajada en Costa Rica.
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