Julián Cabrera
La hora de la política
Mariano Rajoy no es precisamente el perfil de político que paga errores fruto de la precipitación o por no haber dado unas cuantas docenas de vueltas a las cosas. Se le acusa de cierta inacción o del gesto del avestruz a la hora de afrontar determinados problemas, pero la realidad acaba demostrando que lo hace sencillamente cuando están bien cocidos en su salsa, como los buenos caldos gallegos.
La decisión sobre el candidato a la junta por el PP andaluz era esperada por muchos antes del final de año, pero me consta que fue el propio Rajoy quien optó por meditarlo durante el receso vacacional navideño consumiendo un buen puro –figurado, porque el presidente dice llevar meses con el hábito del tabaco superado– para optar por el perfil más idóneo frente al terremoto Susana Díaz.
El ecuador de la legislatura ya está superado con el buen expediente de la economía del país fuera de la UVI y eso significa que todo vuelve a adquirir un nítido aroma electoral. Los comicios europeos serán, entre otras cosas muy importantes, una inmensa macroencuesta política. Además, el tiempo de los grandes acuerdos con la oposición ya se ha esfumado, incluida alguna oportunidad de gran pacto malograda por demasiados escándalos de corrupción.
Ahora los mensajes tendrán más «Soria» y menos «Siria», algunos nombres de peso político saldrán de la entretela y los grandes asuntos se valorarán en clave demoscópica. Y que nadie se equivoque, quienes deseen mandarle a Rajoy recados a través de la Prensa lo van a tener igual de crudo, porque ante esa afección el actual inquilino de la Moncloa está más inmunizado que sus antecesores en la presidencia del Gobierno. Llegó la hora de la política, lo veremos antes de digerir los roscones tardíos.
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