Francisco Marhuenda
La innecesaria «gran coalición»
No hay nada que haga necesaria una «gran coalición» entre el PP y el PSOE. Nada es nada. Otra cosa distinta son las ocurrencias de los espontáneos que contemplan los toros desde la barrera. Es muy cómodo diseñar planes fantasiosos donde los principales beneficiados son aquellos que quieren dar lecciones sin presentarse a las elecciones. Los analistas que proponen proyectos aunque realmente sean inviables. En cierta ocasión hablaba con un amigo sobre uno de esos «genios» que quieren influir en la toma de decisiones de un gobierno y me contestó «que se presente a las elecciones». Una «gran coalición» es una medida excepcional ante situaciones excepcionales, algo que nunca ha sido necesario en España. La historia reciente nos muestra que el sistema democrático de partidos ha sido capaz de superar desde la Transición hasta la actual crisis económica pasando por las consecuencias del 23-F. La UCD se descompuso y no pasó nada. Los socialistas ganaron las elecciones de 1982 poniendo punto final a la Transición y se abrió el normal proceso de relevo que se vive en cualquier democracia. España sufrió el 11-M el mayor atentado de su historia y no fue necesaria una «gran coalición».
No necesitamos ni salvadores ni aprendices de brujo que nos den lecciones sobre cómo se tiene que gobernar España. Ni siquiera el desafío independentista de CiU y ERC hace necesario que PP y PSOE suscriban un gobierno de unidad. Es un despropósito que mostraría una situación de excepcionalidad que no se corresponde con la realidad. Los españoles otorgaron a Rajoy la mayoría absoluta en las elecciones de 2011 y es un mandato que concluye en 2014. La crisis económica se aleja a buen ritmo mientras aparece ahora el fantasma de la «gran coalición» promovido no se sabe muy bien por quién desde la oscuridad de algún despacho o actuando como «lobby».
La democracia se sustenta en un partido o una coalición que gobierna y otros que están en la oposición. Es curioso que este tipo de propuestas excéntricas surjan en un momento de recuperación y cuando los inversores extranjeros apuestan claramente por la economía española. Al igual que sucedió en ocasiones anteriores, en las europeas se habla de todo menos de Europa. Todos somos muy europeístas pero nos interesa sobre todo la política nacional. Rajoy y Rubalcaba saben que estas elecciones se ganan o se pierden en clave española. Eso de Europa queda muy lejos aunque tenga una influencia decisiva en nuestra vida cotidiana. El debate artificial sobre la gran coalición sirve para animar algo la campaña, aunque no conocen a Rajoy los que creen que pueden influir en él. Es habitual utilizar el nombre del presidente, tanto de éste como de los anteriores, pero es un juego bastante estéril.
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