Pedro Narváez

La Justicia echará a los corruptos, no Podemos

Van a caer todos: es el lema de un vídeo terrorífico realizado por Podemos en el que una voz de serie B alerta a la «casta» corrupta, de Pujol a los ERE y la Púnica. Es el mismo mensaje que lanzan los partidos tradicionales que han tocado poder cuando dicen que el que la hace la paga, sólo que el vídeo emplea ese tono de venganza característico del círculo del demonio que consiste en anunciar al pueblo un espectáculo de guillotina en el que la masa aplaudiría a rabiar. Lo que esa masa no atisba es que sus cabezas pueden ser también escoria. Ninguna revolución ha dado poder al pueblo. Unos suceden a otros en una espiral sangrienta. El ascenso de Podemos comenzó cuando la izquierda se dejó mecer por la protesta indignada, se puso del lado de los manifestantes en vez del de la Policía, azuzó en las redes donde se ponía a ciertos políticos en el centro de la diana, permitió los escraches y quiso sacar una miserable tajada del sufrimiento de la gente en época de crisis; en fin, cuando pensó que esos votos serían suyos y Rubalcaba, creyó que, como todo hasta entonces, podía controlarlo desde su Stasi. La apatía y el complejo del PP con sus votantes hizo el resto, o sea, neutralizar sus logros dándole de bofetadas en la cartera con el plasma. En el fondo, el ascenso de Podemos y la chulería de Artus Mas con la independencia son vasos comunicantes. Mesías que al calor del descontento evocan al flautista de Hamelín. Entre las opciones de que todos los españoles saliéramos juntos del agujero o el sálvase el que pueda, elegimos la segunda. Pero no será Podemos, o Jorobemos, como lo llamaron los empresarios, los que metan a los corruptos en la cárcel sino los jueces. Los casos de corrupción que tanto escandalizan en un país en el que se defraudan 12.400 millones sólo por IVA, no han terminado de aflorar, viviremos aún días de vino y rosas hasta la borrachera final. El sistema los sentará en el banquillo. Los magistrados, maltratados también, terminarán la faena. Ejemplar, como dice el auto de la Pantoja. Pablo Iglesias, que torea de salón, querrá salir por la puerta grande sin empuñar el estoque. Eso sí que es otra vuelta de tuerca.