Rosetta Forner

La maldición de Eva

El cuerpo envía mensajes psicosomáticos. Mientras la medicina alopática no suele tenerlos en cuenta, la naturopatía, fiel a los orígenes, entiende que somos un conjunto alma-mente-cuerpo. Si el alma está mal, se ve reflejado en el cuerpo. Si la mente alberga ideas «malas», también se refleja en el cuerpo. Nuestro cuerpo es una máquina preparada para la salud, sabe autosanarse. ¿Por qué enfermamos? El binomio emociones y forma de pensar tiene mucho que decir. En el caso del cuerpo femenino, ovarios y aparato reproductor muestran la parte psicosomática que el consciente no quiere «ver». He conocido a mujeres que «odiaban» serlo porque, en esta sociedad patriarcal, donde el hombre tiene ventajas por el hecho de serlo (así lo nos lo ha demostrado la Historia, y el feminismo lo ha aireado para venganza justificada), la mujer, nacida de la costilla de Adán, lleva en sus genes la maldición de Eva: parir. Muchas lo viven como síntoma de inferioridad, lo han interiorizado. Dicha inferioridad de género, se manifiesta en ciertas dolencias en su cuerpo físico. Muchas mujeres, en su lenguaje machista, usan la palabra «huevos» cuando se trata de gritarle al mundo su valor o de poner límites. La mujer orgullosa de serlo dice «tener un par de ovarios», nada de «huevos». Que a una mujer le extirpen los ovarios por prescripción facultativa, nada que objetar. Otra cosa es que, por hacerlo una famosa, cunda la moda de «me los extirpo por si acaso». Hablando de la parte psicosomática de las enfermedades, como experta en PNL conozco a gente curada de dolencias ováricas cuando aceptaron la maravilla de ser mujer y las oportunidades que conlleva convertirlo en la bendición de Eva: el milagro de la vida. Y todo, gracias a un par de ovarios.