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La manta

La Razón
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Los refuerzos estivales del Madrid sonaron a música celestial: juventud, calidad y futuro. Marcos Llorente, pulmón y cerebro del Alavés; Ceballos, el picante del Betis y la chispa de la sub-21, con permiso de Asensio y Saúl; Vallejo, colocación y velocidad en el cruce, central de alta gama; Mayoral, los goles de «La Fábrica» a la sombra de la BBC, y Theo, la irrupción del lateral izquierdo explosivo, atrevido y meteórico. Incorporaciones prometedoras, de lujo, para que la salida de Morata, Mariano, Coentrao y, sobre todo, James no produjeran nostalgia.

Con el equipo preparado para el primer envite serio de la temporada, la Supercopa contra el Barça, de los nuevos se habló menos que de los ausentes porque Zidane aventajó claramente a Valverde. Y la euforia se disparó porque, fulminado el Barcelona, no se percibía en el horizonte un enemigo peor.

Las cuentas de la lechera, el sextete y la madre que lo parió cuando el Madrid chocó de bruces con la realidad liguera. Un traspié, y otro, y el Barça que avanza viento en popa sin dar un solo recital, pero sobreponiéndose a la fuga de Neymar y a la grave lesión de Dembélé. Caen las últimas hojas del calendario y la distancia entre azulgranas y madridistas es un abismo después del 0-3 en el Bernabéu. El campeón del Mundo ha perdido el crédito en menos de una semana. El drama está servido; Zidane, señalado, y la revolución imposible, ruido ensordecedor. Cristiano apuntó a debilidad por los trasapasados; la afición señala al entrenador por proteger a Benzema, la vaca sagrada, y frenar la implantación de los jóvenes. Conclusión, o echar al míster o fichar. ¿Un central? Hay cuatro. ¿Un delantero centro? Amortizado Karim, que es un ocho y medio, ¿Mayoral no sirve? Al liarse la manta a la cabeza se enfrían los pies y empieza el constipado. Recado para Zizou: paso a los jóvenes.