Alfonso Ussía
La muralla rubia
El día que caiga Maduro, Leopoldo López recupere la libertad y Venezuela vuelva a ser un Estado de Derecho, habrá que alzar en Caracas un monumento a la Muralla Rubia, Lilian Tintori. Para mí, que Lilian Tintori, la insuperable mujer de Leopoldo López, la incansable viajera que ha denunciado a la tiranía del bestia por todos los rincones del mundo libre, está rozando el riesgo del atentado. Cuando un energúmeno asesina a estudiantes, encarcela a sus opositores, calumnia a quienes lo critican, se inventa conspiraciones contra él y no puede con la voz y la presencia libre de una mujer decidida, es muy capaz de deshacerse de ella. Pero el escándalo y la furia de una nación instalada en la pobreza y la desventura, acabarían con él y con su negocio. Porque para Maduro, Venezuela no es un ideal, sino el gran negocio, la empresa que le nutre de riqueza mientras su gente pelea en las colas de los supermercados por una pechuga de pollo.
Rajoy, en ocasiones, sorprende para bien. Y ha sido el primer líder mundial que ha recibido a la Muralla Rubia en la sede del Gobierno, en el Palacio de La Moncloa, de tan bellos jardines y aposentos deprimentes. Y también ha sorprendido para bien la hospitalidad, cortesía y comprensión que le ha dispensado a Lilian Tintori el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, y sus contundentes palabras de apoyo, si bien nadie entiende que aún sea socio en España de los sicarios de Maduro.
Felipe González se unió a la fuerza de la razón que Lilian Tintori arrastra, y ante los ojos serenos de la Muralla Rubia calificó de «Burla sangrienta» el juicio contra el político venezolano, que ha sido condenado a 14 años de cárcel por promover el retorno de la libertad a su nación. Y aprovechó Felipe González para valorar las declaraciones del infame Monedero de «casi delictivas». Le sobró el «casi», pero así es la política. Si le quita el «casi» y considera que las declaraciones del pijoflauta de «Podemos» son elementalmente delictivas, tendría que haber justificado posteriormente a su partido por pactar municipios y autonomías con delincuentes.
Los altos dirigentes europeos harían bien en seguir los pasos de Rajoy en esta tragedia en concreto. Recepción oficial a la mujer del lider opositor encarcelado por sus ideas y condenado a 14 años por un delito que nunca cometió. Y no estaría de más que Su Santidad El Papa hiciera lo mismo, y abriera las puertas de su despacho-biblioteca del Vaticano, que han traspasado Kirchner, Maduro y Raúl Castro, para oir con cariño y serenidad las palabras de la mujer del líder injustamente encarcelado.
A Maduro sólo le atemoriza la presión internacional. Y esa presión proviene, casi exclusivamente, del coraje de una mujer desamparada, que ha demostrado aún más poder de liderazgo que su marido apresado. Audiencias oficiales en las sedes de los diferentes Gobiernos, los políticos y los espirituales, a cara descubierta y compromiso firme contra la tiranía populista del desalmado. Tiempo hacía que Rajoy y Sánchez no merecían un aplauso literario.
Hoy lo tienen.
Una mujer decidida es más valiente que un centenar de hombres unidos para superar una injusticia. Ella no tiene asesores de imagen ni gabinetes a sus órdenes. Ella da la cara, viaja, denuncia y convence en soledad. No habla como los políticos, porque su lenguaje es el de la calle ocupada por los tiranos. Millones de venezolanos están detrás de sus palabras y de sus acciones. Millones de venezolanos mantienen la esperanza gracias a ella.
El día que Maduro caiga, Leopoldo y el resto de los presos políticos de Venezuela recuperen su libertad, y la afligida nación hermana vuelva a ser un Estado de Derecho, el mundo libre tendrá que mirar a Lilian Tintori con eterna gratitud. Pero entretanto, al menos, está obligado a guardar y custodiar su integridad física y su vida.
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