César Vidal

La quiebra de Marvel

La Razón
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Raro debe ser aquel que, en la infancia o la adolescencia, no leyó las historietas de Spiderman, el increíble Hulk o Thor. De hecho, durante décadas, los héroes de Marvel fueron un negocio editorial incomparable. Pues bien, tan envidiable situación ha mutado en los últimos años hasta el punto de arrastrar a Marvel al borde de la quiebra. Todo comenzó cuando, paso a paso, la compañía decidió ir por el camino de eso que ahora llaman diversidad. En 2011, Marvel mató a Spiderman y lo sustituyó por Miles Morales, negro y latino. Tres años después le tocó a Thor que desapareció pasando su martillo a una mujer llamada Jane Foster. En 2015, le tocó a el increíble Hulk que se vio sustituido por un coreano llamado Amadeus Cho. Ese mismo año, Marvel reveló que el clásico héroe de los X-Men Iceman, o sea Bobby Drake ,era gay, lo que tuvo como consecuencia que el personaje pasara a tener su propia serie en la que un tema central era su homosexualidad. Por si lo anterior fuera poco, Marvel decidió que el dibujante de la serie Iceman también tenía que ser homosexual. Rizando el rizo, Marvel decidió lanzar una heroína lesbiana e hispana que recibió el nombre de América Chávez y para escribir los guiones contrató a una lesbiana. Además Hawkeye pasó a convertirse en mujer y lo mismo sucedió con Gwenpool. Gracias a estas decisiones, el año pasado Marvel ya estaba hundida en una gravísima crisis económica. Tan desesperada era la situación que Marvel ha anunciado que, a partir de marzo, se cancelarán series teñidas de ideología de género como Iceman, Hawkeye, América, Generation X, y The Unbelievable Gwenpool. El vicepresidente de ventas de Marvel, ya hace meses, reconoció la causa del desastre: una cosa es la supuesta diversidad y otra es la imposición de esa diversidad que estaba provocando la marcha de centenares de miles de lectores. Ciertamente, Estados Unidos es admirable. Al final, la voluntad popular se acaba imponiendo a través de mecanismos como el mercado y la libre competencia. En España, el déficit de Marvel ya lo estaría asumiendo el ciudadano porque, en su política de imponer la ideología de género, ayuntamientos y gobiernos autónomos, diputaciones y ONG estarían comprando –con dinero del contribuyente, por supuesto– las historietas del superhéroe gay. Hay días que, emocionado, bendigo a Dios por mi exilio.