Toni Bolaño

La ruta marxista de Mas

El presidente de la Generalitat se ha revelado como un malabarista de oficio. Su fonambulismo no es nuevo. En 2010, se presentó como adalid de los recortes. Se afanó en ser el primero de la clase y, con entusiasmo, apoyó sin tapujos la Ley de Estabilidad Presupuestaria. La misma a la que ahora achaca todos los males y sobre la que suelta sapos y culebras. De la mano del PP, repartió hachazos a la sanidad, educación y los servicios sociales. Cuando el desgaste le empezaba a hacer mella y la percepción social caía en picado, cambio de tercio, repudió a su socio y apuntó al soberanismo como la piedra filosofal que solucionaría todos los males, cuya culpa original siempre se situaba en Madrid.

Aupándose en volandas sobre la manifestación de la Diada, se presentó a las elecciones de 2012. El desparrame electoral le afianzó en la ruta soberanista para camuflar la ineficiencia de su gobierno. Del brazo de su nuevo socio, la ERC de Junqueras, se rasgó las vestiduras negándose a hacer unos presupuestos para evitar nuevos recortes sobre los catalanes. Fijó las líneas rojas en defensa del estado del bienestar, el mismo que destruyó cuál caballo de Atila. Artur Mas desempolvaba su alma socialdemócrata que estaba hecha jirones en un desván. Mientras le daba lustro, la cruda realidad salía del armario y conocíamos que en sólo seis meses ha dado un tajo de más de mil millones a las depauperadas partidas de sanidad, educación y servicios sociales.

Con estos ejercicios de regate corto no resulta paradójico que sólo en 48 horas haya esbozado tres hojas de ruta soberanista. Primera: elecciones plebiscitarias en 2016 si el estado no autoriza la consulta en 2014. Segunda: la consulta se hará «sí o sí» en 2014 mientras que las elecciones plebiscitarias las presentaba como un último recurso. Tercera, ante los suyos, se redefinió: antes de fin de año tendremos fecha y pregunta –o preguntas- y espera que la consulta sea «tolerada» por el estado. La ruta marxista –de Groucho, «estos son mis principios y si no le gustan tengo otros– ya está en marcha. Como mínimo durará hasta el próximo día 11. Entonces quizás nos ofrezca otro giro copernicano. Todo en función de sus necesidades para aprobar unos presupuestos que se antojan imposibles sin el apoyo de ERC. La misma a la que quiere «hacer la cama» y robarle el protagonismo en el movimiento independentista.