Martín Prieto

La subasta de la injusticia

La Justicia es al reparto de responsabilidades lo que una subasta al justiprecio: depende del que puja. Resulta bochornoso el espectáculo de tanto personaje poderoso declinando su criterio ante la sentencia de un tribunal como si se humillara ante las Tablas de la Ley en la zarza ardiente. La Justicia es contingente, es como el transporte urbano que o funciona bien o llega a deshora y sacralizarlo es de lerdos. La más antigua civilización catalogada es la sumeria y en ella el Código de Hammurabi establecía la ley del Talión, progresista para unos miles de años antes de Cristo, ya que evitaba matanzas tribales por una nadería, y hoy considerada como bárbara. Los magistrados del TEDH son designados por el poder político y la derogación de la «doctrina Parot» es una exigencia de ETA, la más sanguinaria organización terrorista europea desde la pacificación del IRA. Si tuviera jurisdicción para ello el Tribunal de Estrasburgo condenaría al presidente Obama por el asesinato de Bin Laden, vaciaría Guantánamo y liberaría a Charles Mason. La condición de criminales reincidentes en delitos aberrantes no cabe en la jurisprudencia del enviado de Zapatero y sus colegas de toga. No sólo habremos de poner en la calle a monstruos de toda laya que no se han arrepentido de nada, sino indemnizarles por nuestra crueldad, mientras sus víctimas continúan a la intemperie. Tenía razón Tolstoi en que la ley es la veleta de un campanario, y Plutarco en que las arañas atrapan a las moscas y dejan huir a las avispas. A toda la chusma carcelaria que puede ser asoleada habría que dotarla de becas Erasmus para que pueblen Estrasburgo con sus artes dinamiteras. La libre circulación de personas en la Unión es interpretable y, si los socialistas franceses expatrian niñas gitanas, también nosotros podremos extrañar asesinos. Es intelectualmente triste asumirlo, pero las sentencias se acatan porque a la fuerza ahorcan. En la acreditada casa Sotheby'» de Estrasburgo han rematado el destripamiento en cinco meses. Los enemigos del género humano estarán echando sus macabras cuentas.