Estados Unidos

Las «pilinguis» de Trump

La Razón
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Se me han caído los palos del sombrajo. Tantos años poniéndolos como ejemplo, pontificando que allí el «fair play» está garantizado y la figura del presidente se respeta por encima de cuitas partidarias y van los norteamericanos y nos endiñan este sonrojante vodevil. Y por si faltaba algo, aderezan el sainete con la insidia de que Putin tiene a Trump agarrado por las pelotas, porque en los archivos del Kremlin figura un vídeo grabado en un hotel de Moscú, en el que el magnate aparece en bolas, con cinco «pilinguis», haciendo pis en la cama donde durmieron los Obama. Es de coña y no sólo porque el chantaje sólo es efectivo mientras no se desvela o porque se haya evaporado el espía inglés que supuestamente elaboró el informe de la «perversión sexual». Tampoco porque el proverbial temor a los gérmenes de Trump hace increíble la escena o porque la CNN se haya tirado a la ciénaga sin la menor prueba. Lo tremendo es el comportamiento de Obama. EE UU está ofreciendo una imagen lamentable. Nunca el vencedor de unas elecciones se había enfrentado a una campaña tan sucia de descalificación personal. En campaña hay ataques feroces, pero las transiciones presidenciales siempre han sido un paréntesis pacífico y cordial. Nada de esto está sucediendo y el pato no lo pagará el magnate de pelo zanahoria. En este turbio asunto quedará como la chata el de la voz profunda, el verbo cálido y las formas suaves, al que los papanatas otorgaron el Nobel de la Paz antes de que se estrenara. Obama no puede decirle a los periodistas lo que deben o no publicar, pero tenía que haber salido en tromba deslegitimando la abyecta conjura contra su sucesor. En lugar de marcar distancias con los zafios que han transformado Washington en un lodazal, se ha puesto de lado y eso empaña su presidencia. Pasará a la Historia como un mal perdedor, un tipo celoso incapaz de asumir que su legado, que el resultado de sus ocho años en la Casa Blanca, es paradójicamente Donald Trump. No han fallado los votantes, ni siquiera Hillary, a pesar de que era una candidata claramente mejorable. Quienes la han pifiado han sido Obama y todos los que no entienden que al lado de las ruidosas minorías hay a menudo una mayoría silenciosa cansada de pagar facturas, harta de tanta corrección política y hastiada de financiar a los que quedan siempre muy bien con el sudor y el dinero ajeno.