Iñaki Zaragüeta

Las reflexiones de Barberá

La Razón
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Rita Barberá continúa contrariada por el trato que está recibiendo no sólo por los medios de comunicación sino también por algunos dirigentes de su partido, a los que se ha dirigido y «me han oído», según cuenta mi amigo Rogelio tras las conversaciones mantenidas con la ex alcaldesa de Valencia, a quien la encuentra segura de su inocencia y convencida de que está actuando correctamente y de acuerdo a sus convicciones.

Indudablemente, las declaraciones del ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, «Rita tiene poco futuro político» y del vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, «debería dar un paso atrás...» fueron superadas por los hechos al mantenerla el PP como miembro de la Diputación Permanente del Senado y, por tanto, aforada en caso de que se disolvieran las Cámaras por no llegarse a formar Gobierno de España. A Rogelio le queda la duda de si la decisión se produjo en reconocimiento a toda una vida fiel a la organización o como consecuencia de las conversaciones referidas más arriba.

Lo cierto es que a Barberá le asombra que la inviten a abandonar su escaño en la Cámara Alta siguiendo el ejemplo de Esperanza Aguirre, cuando ésta se ha limitado a dimitir como presidenta del partido pero no de concejal del Ayuntamiento de Madrid. «Ella, Rita, no ha ostentado ni ostenta cargo en el PPCV regional, ni provincial, ni local». Según comentó a mi amigo, se guía por lo dispuesto en los Estatutos del PP, en los que se prevé el abandono de un escaño de un cargo público cuando se le abra juicio oral o se inicie auto de procesamiento.

Dedicada a la lectura de Gramsci «mi pragmatismo consiste en saber que si golpeas tu cabeza contra la pared, es tu cabeza la que se romperá y no la pared», le han contrariado las palabras inoportunas de Javier Maroto cuando, analizando el caso del grupo municipal valenciano, criticó que «algunos en Valencia estuvieran contando billetes y haciendo chanchullos mientras otros se jugaban el tipo y hacían política de barrio en el País Vasco». La reacción comprensible «aún no había comenzado a afeitarse Maroto y en Valencia se descubrió la presencia de un comando ETA a la orilla del Ayuntamiento en plena hégira de Rita, a la que pusieron escolta, y asesinaron al delegado de Ferrovial, José Casañ, y al consejero de Estado y catedrático, Manuel Broseta».

En fin, no sé si por palabras de Rogelio o de Barberá pero siguiendo con Gramsci, «todos los hombres son intelectuales; pero no todos cumplen la función de intelectuales en la sociedad». Así es la vida.