Cristina López Schlichting

Leonor

La Razón
La RazónLa Razón

La niña de los Reyes es de cuento. Esa sonrisa y esos modales encantadores y sueltos son una gran esperanza de futuro. Junto a Leonor, la pequeña Sofía sonreía también y acompañaba generosamente a la hermana que recibía el Toisón. Las dos estaban guapísimas. Hasta cromáticamente –con la Reina del color de la lazada del Toisón– el cuadro era perfecto. Azules y rojos.

Cabría sentirse orgulloso de las instituciones que funcionan, pero el siglo XXI está siendo deletéreo para las certezas. Nunca pensé, por ejemplo, que oiría decir que la democracia occidental es un fraude, o los tribunales. Resultaba impensable que nadie ensalzase el régimen soviético o el racismo y sin embargo, se oye. Los populistas y demagogos se atreven a proponer de nuevo la «revolución del pueblo» o el «espíritu nacional» como métodos políticos. Pero ni el «pueblo» en abstracto ni el Volksgeist son realidades asumibles en democracia, porque hacen tambalearse el principio de «un hombre, un voto» y confían a los sentimientos asuntos de gobierno propios de la razón.

Los mismos que enarbolan las peligrosas banderas de los años 20 y 30 critican nuestra Monarquía por «irracional». Se burlan y dicen que la sucesión familiar no es forma cabal de regencia. Repiten que democracia es votar, cuando es mucho más. Es también ley, tradición cultural (qué importante por ejemplo la clase media para la democracia), son las instituciones. Hay muchas instancias que no se votan, entre ellas los Tribunales –a los que acceden los mejores por oposición–, o el Consejo de Estado.

En absoluto es mejor la república francesa que la monarquía británica. Una vez me dijo Don Felipe que España sería lo que los españoles quisiesen, y está muy bien dicho, pero cambiar lo que funciona es de tontos si no se apuesta por un bien mayor. Examinemos con detenimiento la cuestión. La república es más cara que la monarquía, entre otras cosas porque requiere la compleja organización de elecciones periódicas. La Corona garantiza bien la representación e identificación de un país ¿acaso recuerda más de una decena de lectores cómo se llama el actual presidente alemán? Nuestro país tiene aún profundas heridas guerra civilistas, que incendian de cuando en cuando los medios. ¿De veras piensan los partidarios de la república que sería más unitivo y eficaz que hubiese como jefe de Estado un representante de un partido? ¿Se han parado los de la izquierda a pensar hasta qué punto les costaría tolerar a un presidente de derechas (que podría coincidir con un jefe de gobierno conservador), o los de derechas, cómo sería un presidente de izquierdas?

La Monarquía está resultando tan eficaz en la defensa de la Constitución que quienes quieren conculcarla (véase el independentismo) tienen imperativamente que hacerse republicanos. Porque Ley y Corona ya son en España la misma cosa. Somos muchos los monárquicos de nuevo cuño que venimos de familias republicanas. Ha sido la Historia la que nos ha convencido y nos ha ratificado la experiencia. Y nos alegramos de poder entrever en Leonor la estabilidad del futuro de España.