Martín Prieto

Liberando París

Tras Normandía el mando aliado occidental no tenía plan alguno para entrar en París. El día D el general Clark entró en Roma, declarada «Citá aperta» por el mariscal Kesselring, y al pasar en su «jeep» por el Coliseo comentó a sus edecanes: «¿No nos habremos pasado con los bombardeos?». Ni Eisenhower, ni Montgomery, ni Omar Bradley tenían un plan para atacar París a la que debían rebasar por el norte y el sur en los caminos más cortos y despejados hacia la frontera alemana. También imperaba la logística: los aliados no querían dar de comer a cinco millones de parisinos, más que toda la tropa desembarcada. El general von Choltitz, comandante del «Gross París», que no era SS sino un aristócrata prusiano, no disponía de más de veinte mil soldados para gendarmería, oficinas y apariencia. Instalado en el hotel «Meurice» preparaba la declaración de París como «ville ouverte» cuando el Partido Comunista francés, dominante en la Resistencia, le declaró la guerra tomando edificios públicos, abriendo fuego contra los alemanes y alterando los planes de unos y otros. De Gaulle, como siempre, se empecinó; los generales occidentales se desesperaron y, finalmente se ordenó a Leclerc que dirigiera su 2ª blindada hacía París, seguida de la 4ª de infantería americana. Quien llegaría a mariscal de Francia arreaba tropas coloniales y puso en vanguardia a «la 9ª» integrada por legionarios republicanos españoles que al menos eran blancos, que tomaron la rendición de Choltitz en su despacho y fueron rápidamente olvidados. Sostengo una amistad admirativa por Javier Moro, sobrino de Dominique Lapierre quien con Larry Collins escribió «¿Arde París?», ignorándose cuándo Hitler formuló esa pregunta, recurso literario. París no fue tomada, ni asaltada, ni defendida, ni en ella se libró combate formal alguno. Sólo se dio una retirada desordenada. Pero los franceses son expertos en el automaquillaje histórico y celebran la enésima liberación de París, que nunca existió. Sea escrito con sana envidia haciéndonos tanta falta una pizca de chauvinismo.