Marta Robles

«Libremente»

El Ayuntamiento de Reus ha aprobado que se impida ir con la cara tapada por la vía pública. No es la primera vez que una prohibición de estas características provoca las denuncias de los más «progresistas», que defienden que tal medida va contra los Derechos Humanos. Y yo me pregunto: ¿no atenta contra los mismos, de una forma más incontestable, que haya mujeres que tengan que ver la vida desde una prisión de tela, que afecta a su salud y a su dignidad? Sé que hay mujeres que aceptan ir tapadas y lo eligen, pero creo que el mero hecho de que la religión musulmana proponga tal norma debería conllevar que la Ley considerase la viabilidad de esa religión, por contravenir la igualdad entre hombres y mujeres que recoge la Constitución. Más allá de la peligrosidad que pueda entrañar la dificultad de reconocer a cualquier persona, que entiendo que existe en un momento de nuestra historia en el que las guerras religiosas se vuelven a traducir en matanzas, en este caso perpetradas por terroristas en vez de por soldados como antaño, entiendo que cualquier indicación de cualquier religión que implique desigualdad, y más aún vejación, tendría que ser radicalmente eliminada. De esta manera se contribuiría a evitar los abusos y torturas que sufren a diario tantas mujeres, en nombre de ¿Dios? Si ese «respeto» hacia los credos obliga a aceptar cualquier cosa que éstos impongan, entonces los coloca por encima de nuestra Carta Magna y sobre los Derechos Humanos de quienes padecen sus consecuencias, por más que, en ocasiones, lo hagan «libremente». Y le pongo las comillas, porque una libertad que encarcela bajo una tela no es libertad, lo diga quien lo diga...